LIII

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❝ And you don't know if
you'll make it
back. ❞

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El establo estaba en penumbras, la única luz provenía de la luna, cuya pálida luminosidad se filtraba a través de las pequeñas rendijas entre las tablas de madera.

HyunJin permanecía de pie, inmóvil, sus pensamientos enredados como las raíces de un árbol muerto. El silencio a su alrededor era denso, apenas interrumpido por los resoplidos suaves de los dragones y el crujido ocasional del heno bajo sus botas, la mayoría de las criaturas dormidas ante las altas horas de la noche —el pelirrojo también estaba luchando contra su sueño—. Esperar a Félix en ese lugar, apartado de todo, era casi una ironía. Este establo, con su olor a madera húmeda y cuero gastado, no estaba tan lejos de lo que había sido su hogar: un castillo lleno de eco y vacío, donde las sombras se alargaban y la podredumbre se arrastraba por las paredes como si fueran venas oscuras.

En su niñez, HyunJin había soñado con algo diferente. Había imaginado salones llenos de música, risas y compañía, había imaginado que las armaduras malditas eran soldados reales que estaban dispuesto a cuidarlo. Pero la realidad había sido un castillo en ruinas, habitado solo por rathuesos y un aire tan pesado que parecía aplastarlo. La decepción era un sentimiento que lo había cargado desde que comenzó a comprender el mundo. Ahora, en el establo, esa misma sensación regresaba, un peso en el pecho que nunca parecía aliviarse del todo. La soledad siempre había sido su compañera más fiel, y, aunque Félix le había prometido ayuda, HyunJin no podía evitar preguntarse si esta vez también lo dejarían atrás.

Se pasó una mano por el cabello, ahora ligeramente desordenado por la brisa nocturna, y suspiró profundamente, evitaba cruzarse con un espejo para negar la realidad de su rostro; ojeras marcadas, ojos llorosos, cabello desastroso, volvía a ser quien una vez juró odiar, volvía a ser miserable. Cada segundo que pasaba lo acercaba más al borde de su paciencia. Félix había prometido venir, y lo único que mantenía a HyunJin allí era esa diminuta chispa de confianza que se había atrevido a encender por él. Pero, a medida que los minutos se alargaban, esa chispa comenzaba a parpadear, amenazada por el miedo y la duda que siempre lo acompañaban.

El crujido de la puerta interrumpió sus pensamientos. HyunJin levantó la vista rápidamente, su cuerpo tensándose como un resorte, esperando ver a Félix. Pero lo que encontró fue algo completamente distinto. Félix entró, sí, pero no estaba solo. Detrás de él, con pasos ligeros y expresiones que oscilaban entre la curiosidad y la indiferencia, venían tres figuras más. Minho, con su aire despreocupado y una sonrisa ladina que parecía más una mueca burlona; Yeonjun, siempre demasiado seguro de sí mismo, moviéndose como si el lugar le perteneciera; y Danielle, la más reservada de todos, con una mirada que parecía evaluar cada rincón del establo antes de posar sus ojos en HyunJin.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora