XXXII

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❝ And I'm tired of
loving somebody
that's not
mine. ❞

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Jeongin no supo muy bien en qué momento había sucedido, pero cuando se dio cuenta, estaba sosteniendo la mano de HyunJin.

La calidez que emanaba de sus dedos, la forma en que su piel rozaba la suya, era una sensación extraña, íntima y desconcertante, una que recordaba de manera más insipida, un vago pensamiento que no terminaba de caber en su mente. ¿Realmente el Jeongin de antes era el mismo que era en esos momentos? Cuando recuperó por totalidad sus recuerdos, esas imágenes en ráfaga qué parecieron carecer de valor, tomó la sensación de estar al lado del pelirrojo bastante sosa, una película o una novela de las que no te terminabas de leer antes de bostezar del aburrimiento. Y, sin embargo, ahora, no apartó su mano. Caminaba a su lado, con ese suave contacto manteniéndolo anclado, aunque por dentro todo en su cabeza era un torbellino de pensamientos.

¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué no había soltado su mano? La pregunta se instaló en su mente, un eco constante que no encontraba respuesta.

Cuando por fin pudieron entrar al aula —no se acostumbraría a tener que pintar una maldita puerta—, la sensación de inquietud no se disipó del todo, pero al menos el ambiente era más relajado, la cálida sensación de una aula semivacia. Solo había un par de alumnos sentados, y Jeongin los contó en su mente. Uno, dos, tres… con los dedos de una sola mano. Eso le ayudó a calmarse un poco, sentir que el espacio no estaba abarrotado de caras curiosas ni miradas que lo juzgaban, al contrario, se concentraban en el enorme pizarrón enfrente de sus caras. Aunque, en realidad, las pocas personas que estaban allí apenas prestaban atención, solo resignados ante la idea de estar en una clase tan aburrida.

HyunJin, por otro lado, parecía algo perdido. Jeongin sintió la presión de su mano aflojarse, y cuando miró hacia el pelirrojo, se encontró con una expresión confundida en su rostro. Los ojos de HyunJin estaban fijos en sus manos, como si no entendiera cómo habían llegado hasta ese punto. La conexión, la cercanía, parecía haberlo sorprendido tanto como a Jeongin. Tal vez más.

Inseguro de cómo continuar, Jeongin dejó que su mano cayera suavemente al separarse de HyunJin, sintiendo un leve vacío en los dedos, como si faltara algo.

No era la primera vez que pasaba algo así. Esa cercanía que lo desconcertaba, que hacía que su corazón diera un vuelco, pero que al mismo tiempo lo llenaba de una extraña sensación de familiaridad. Un déjà vu. Era como si, en algún momento de su vida, hubieran estado en la misma situación, caminando juntos, sentados uno al lado del otro, compartiendo algo que iba más allá de las palabras —si, lo habían hecho, pero nunca se sintió tan cercano—. El golpe del viaje debió afectar su cerebro, o tal vez la magia de HyunJin, eso no podía estar pasando en esos momentos.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora