XVI

42 5 9
                                    

────────────────

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

────────────────

❝ I need you
more than I
want to. ❞

────────────────

Lo único que quería el hijo del Mayor Mal que Jamás Haya Existido era dormir.

Al forzar la cerradura con su llave dañada, HyunJin se dejó caer en la cama con la pesadez de quien ha cargado un día entero sobre sus hombros, pasos pesados hasta que rebotó en el cómodo resorte de una nueva cama —su padre había sido piadoso con él—, sentía los músculos tensos y la mente agotada, estaba seguro que sus neuronas se habían explotado antes de ponerlas a dar el recorrido por su cerebro, pero al menos estaba en su dormitorio, en su camita limpia. Respiró profundo entre los lloriqueos de las Zarzas de la Noche, los animalitos qué cuidaban a Jeongin desde lejos por su presencia, dejó que sus párpados descansaran por un momento, unos segundos en los que el cansancio se esfumó con el simple acto de estar allí, entre las sábanas qué siempre olían a un suave aroma de lavanda y retoño de bruja, que olían a su castillo malvado.

—Buena noche, Jinnie —la voz suave de Jeongin lo sacó de su ensueño.

Y se acordó que no vivía solo.

HyunJin abrió los ojos y giró la cabeza, encontrándose con el príncipe rubio, acurrucado con su libro, Jeongin estaba tan tranquilo, envuelto en un suéter blanco que parecía demasiado grande para él, casi cómo si quisiera esconderse en su comodidad, y había algo tan apacible en la escena, en cómo Jeongin sostenía ese viejo ejemplar de "Blancanieves y los siete enanitos," uno de sus favoritos, en su propio cuento. La portada de cuero gastado y las páginas que se deshacían en los bordes eran testigos de cuántas veces había buscado refugio en sus palabras, el rubio lo leía cuando podía y se la pasaba esbozando sonrisas cuando veía a su papel protagonico, la imagen de sus ancestros en cada edición nueva de los libros.

Era un contraste tan grande con la tensión que solía envolverlos, y era un poco escéptico a que algo nuevo pasaría entre ellos dos, el pelirrojo tenía miedo de amar, porque nunca le habían enseñado a hacerlo. HyunJin se dio cuenta de que el ambiente entre ellos había cambiado, de una manera que casi no había notado, ya no había esa presión, esa incómoda nube —notoria cómo la niebla en las catacumbas de la escuela— de cosas no dichas que pesaba sobre ellos. En lugar de eso, había una calma, un borrón gris que habían dejado atrás sin siquiera darse cuenta, una sonrisa qué no había visto hace tiempo hacia él, fue capaz de respirar el oxígeno sin algún intoxicante, sin algún ceño fruncido, sin alguna rabia. Y ahora, en esa paz silenciosa, era más fácil respirar, más fácil dejar que las palabras fluyeran sin miedo a lo que podrían significar.

Jeongin fingía leer, eso era evidente, era tan tonto que hasta un rathueso se daba cuenta de la realidad. Sus ojos se levantaban del libro cada pocos segundos, lanzando vistazos hacia HyunJin, como si esperara algo, aunque no dijera nada. HyunJin notó esos pequeños gestos, la manera en que Jeongin mantenía su voz baja, casi como un susurro, tal vez para no romper la frágil burbuja de tranquilidad en la que ambos se encontraban.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora