XIX

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❝ Me han dejado cicatrices
por todo mi cuerpo
tus uñas de gel. ❞

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Cómo todo el mundo lo esperó, Jeongin ganó las elecciones.

Jeongin se había acostumbrado a las adversidades, a esos pequeños tropiezos que la vida le lanzaba con una crueldad casi irónica, y no fue capaz de sacar del todo la presencia de un plebeyo en el Comité Escolar. La llegada de Minho al comité había sido uno de esos desafíos, un contratiempo que en otros tiempos podría haberlo descarrilado, sacado de su cuento, una llamada directa hacia su madre para que hiciera justicia, sin embargo, HyunJin le convenció de dejar a Minho con su nuevo estatus como vicepresidente, promovido por las políticas de inclusión que intentaban dar voz a todos, le generaba una mezcla de frustración y resignación. Cada vez que Minho abría la boca en las reuniones, Jeongin se obligaba a sonreír, aunque por dentro deseaba estar en cualquier otro lugar.

Era como soportar la compañía de un loco cuya obsesión por las teteras rotas y su inexplicable sentido del humor lo hacían suspirar de exasperación.

Pero, como en muchas otras ocasiones, las tormentas emocionales en su vida tendían a disiparse rápidamente, lo superaría, ahora que se encontraba con su vida totalmente encajada; con su proyecto de Economía Maléfica casi culminado, con su tiara perfecta usando su poder para Administración de Reinos, los proyectos de reuniones de reales que se iba a aprobar, su vida escolar estaba yendo bien. El tema de Minho perdió relevancia en cuestión de días, como una ráfaga de viento que arrastra las hojas caídas y las esparce sin rumbo, la popularidad de Jeongin, siempre brillante y firme, volvía a iluminar su camino, Minho se convirtió en una simple distracción menor, un obstáculo más en el tablero de su vida que podía esquivar con elegancia.

Hoy, Jeongin se encontraba en «El Zapato de Cristal» , la tienda más codiciada entre las jóvenes herederas del reino, y que no era otra cosa que el reino encantado de los zapatos, una joya en el corazón de la ciudad, un lugar que irradiaba magia en cada rincón, desde los escaparates brillantes hasta los estantes repletos de calzado tan variado y hermoso que parecía provenir de cuentos de hadas —literalmente—. Allí, entre luces suaves que parecían danzar con cada reflejo, estaba Yeji, la hija de la mismísima Cenicienta, y amiga de Jeongin, ella era conocida por su habilidad innata para encontrar el zapato perfecto para cada ocasión y cada pie, tan fiel a su cuento.

Aunque hoy, Jeongin notaba algo diferente en su amiga. Y se sentía especialmente encariñado con ella por una simple razón; Yeji había sido la princesa más popular en los últimos meses.

Mientras Yeji sacaba unos exquisitos zapatos Oxford de color blanco, Jeongin observaba con atención cada uno de sus movimientos. Se inclinó para colocarse uno de los zapatos, sus dedos pálidos contrastando con el cuero impoluto. Al levantar la vista, captó la imagen de Yeji con sus cabellos rubios, más apagados de lo habitual, como si una nube gris hubiera oscurecido su habitual resplandor, ella siempre se encontraba animada mientras hablaba de la farándula de fábula qué pasaba en los blogs, en los chismes. Sus ojos, normalmente tan vivos y llenos de entusiasmo, ahora parecían perdidos en algún pensamiento lejano, las palabras se le atragantaban en la garganta.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora