IX

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❝ And I don't care
if I'm
forgiven ❞

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Jeongin tenía un mal presentimiento.

Subiendo las escaleras de piedra, su plataforma resonaba entre la alfombra y eco, sus gafas lo suficiente oscuras para que nadie viera sus lindos ojos. La jaqueca qué había sufrido en la tarde no hacía funcionar bien el cableado de su cerebro, y aquello era sorprendente, porque Jeongin sabía manejar sus emociones cómo lo hacía con un corcel, mientras comía un sobre de galletas Manzanita, todo se sintió amargo, incluso el acaramelado relleno de azúcar, más cuando Seungmin se negó a ir a su torre de gente... corriente. Al aproximarse a su dormitorio bajo llave, la calefacción parecía desaparecerse mientras caminaba entre las sombras, en cada paso, Jeongin vio el farol de la habitación apagado por el reflejo bajo la puerta de madera, HyunJin no estaba dentro del dormitorio y eso le parecía extraño.

Una costumbre rara e indecisa del villano era entrar a las altas horas de la madrugada, y para un príncipe de oído tan delicado, admitiendo su oído tan similar al de «Una verdadera princesa», lo despertaba de sus sueños qué complicaban coronas y lindos atuendos. ¿Por qué estaba ahí, buscando la llave en su bolsito Hechicci, mientras pensaba en un pelirrojo qué carecía de valor ante la sociedad? Le habían dicho desde que gateaba que era un príncipe —y lo repetía en cada párrafo que podía—, el hijo de la amada Blancanieves, un hombre con destino a una vida de plenitud con su final feliz, lo ha escrito tantas veces en su diario secreto bajo su cama, incluso cuando baila elegantemente con su prometido en las clases de baile de salón, sería quien debía ser, pero... Siempre había algo que lo detenía, toda su confianza se está desmoronando tan rápido como un castillo de naipes al lado de un remolino, y no es tan ágil para recoger las cartas antes de que caigan al suelo.

El mal presentimiento en su garganta no lo deja en paz ni un segundo, no entiende la sensación que se acumula en sus costilla apretando sus pulmones, la culpa de destruir con sus propias manos al pelirrojo mientras se enamoraba, no hay nada más que el mísero suspiro de un hombre desesperado. Jeongin no quería lastimarlo, pero si seguía, lo podría llegar a condenar a un sitio mucho peor que el rechazo de un adolescente confundido.

¿Por qué se enamoró de él, del chico que se supone que debía ser su enemigo? HyunJin, el hijo de la Gran Reina Malvada, el hombre que lo tenía que perseguir por su belleza, el mismo que encerraría en la cárcel hasta que se pudriera. Aveces la respuesta es simple, los lindos hoyuelos que se forman en su sonrisa de dientes perfectos, sus ojitos arrugados entre las risas, los jalones de cabello cuando se siente distraído, todo ello era simple, perfecto y bonito. ¿Qué locura lo ha poseído para permitir ver lo hermoso en lo horrendo y lo horrendo en lo hermoso? Jeongin aprieta la manilla de su puerta, ingresando la llave.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora