XXXIV

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❝ Esta es la única vez que tendrás que arreglarme. Prometo ser fuerte. ❞

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La hora del almuerzo llegó más rápido de lo que HyunJin había anticipado.

En un abrir y cerrar de ojos, se encontraron caminando hacia la Castifeteria, o más bien la "Villafeteria", como la llamaban los estudiantes en esos lares, fue arrastrado por las mismas baldosas y paredes fuera de la sala vacía. A pesar de la extraña tensión que colgaba en el aire, HyunJin se sentía, de alguna manera, más tranquilo de lo que había estado en semanas. Quizás fue el beso, o quizás la forma en que Jeongin lo había abrazado tan fuertemente, como si no quisiera soltarlo, no quería que se fuera. Esa ternura que compartieron le había devuelto algo de calma. Todavía se sentía inseguro, claro, en cualquier momento todo podría desmoronarse, pero había una chispa en su pecho que le daba un poco de esperanza.

No podía ser tan cruel de alejarse ahora, no después de haber sentido los labios de Jeongin contra los suyos de nuevo, no después de haber sentido ese calor tan familiar.

Llegaron al sexto piso de la Villafeteria, un espacio bastante peculiar, con muchas mesas distribuidas entre niveles y plataformas que flotaban de un lado a otro, como si no estuvieran atadas a ninguna lógica gravitacional —no le sorprendía lo que podría llegarse a encontrar en ese lugar—. A pesar del desorden aparente, no fue difícil encontrar a su grupo de amigos. Minho, Seungmin, Soobin y Yeonjun ya estaban sentados, devorando lo que parecía ser un almuerzo, que, a primera vista, no parecía tan apetitoso para su paladar.

HyunJin y Jeongin se sentaron junto a ellos, con una bandeja que contenía una combinación curiosa de alimentos. Platos que, según los estándares del País de las Maravillas, probablemente eran una delicia. Pero para alguien que no estaba acostumbrado a que la comida hablase o se moviera, la experiencia podía resultar un poco... desagradable.

HyunJin tomó una cucharada de lo que parecía ser una especie de estofado, su tonalidad beige era suficiente para darse cuenta que tendría dos opciones apenas comiera; escupirla porque era demasiado insipida para su jodido paladar o comer por lo delicioso que estaba. Lo probó con cautela, sus labios fruncidos en una mueca mientras saboreaba el plato. No era terrible, pero algo en su textura lo incomodaba. Sin embargo, decidió seguir comiendo.

—Esta sorpresa de vinagre y ostiones no está nada mal —dijo HyunJin, su tono casi casual mientras revolvía su comida. Pero al enterrar la cuchara más profundamente en el plato, algo insólito ocurrió. Un par de ostras saltaron del estofado, y no solo estaban vivas, sino que también comenzaron a hablar—. ¡Puaj! —HyunJin retrocedió con una arcada, empujando el plato lejos de él—. Retiro lo dicho.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora