XLV

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❝ Could you be the devil,
could you be an
angel. ❞

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HyunJin sentía su mundo tambalear, como si el suelo bajo sus pies cediera ante una realidad insostenible.

¿De verdad estaba sucediendo? ¿Era su madre, esa mujer temible y tan irremediablemente corrupta, la misma que había hecho de su infancia un territorio de sombras y miedo? El reflejo que ahora veía de ella era distinto, inhumano en su perfección, la odiaba —lo mucho que un hijo podría llegar a hacerlo, solo eso—. Esa juventud irreal que su madre desplegaba con tan despreciable facilidad era, a los ojos de HyunJin, como una carcajada burlona, una mofa hacia todo lo que él había creído cierto, hacia su propia esperanza de justicia, de querer ser diferente a lo que tenía que ser.

Pero lo que más lo inquietaba no era siquiera su madre, que comenzaba a ser rodeada de guardias listos para retenerla. Era Jeongin, que estaba a su lado, más pálido que nunca, con los labios entreabiertos y la mirada vacía. Sabía que este era un golpe para él, un golpe directo a sus raíces, a todo lo que había llegado a comprender como “familia”. Quiso tomarle la mano, sujetarlo y decirle que no estaba solo, que lucharían juntos contra la mujer que ahora se plantaba ante ellos, que ella no iba a cambiar nada de su historia juntos. Pero no lo hizo, no podía acercarse frente a todos, no tenía el valor ni la fuerza para hacerlo.

Y su madre... Hyonin era una embustera.

La duda carcomía a HyunJin desde que ella había aparecido, reviviendo el desprecio que tanto tiempo había intentado enterrar, todavía incluso frente a él, jamás sería participe de algún abrazo o caricia. ¿Con qué descaro pretendía que él le creyera? Ni su porte ni su expresión mostraban otra cosa que la promesa de una traición; esa superioridad falsa que no podía disfrazar ni con su tono afectado ni con las palabras cuidadosamente escogidas que usaba frente a la audiencia. Fingía, como siempre lo había hecho, esa máscara de compasión que se rompía ante sus ojos. ¿Quién sería tan ingenuo como para caer en su juego? No él. Jamás. Hyonin era todo lo inhumano, el peste que el mundo había olvidado destruir, y ahora, frente a todos, como un predador observando a su presa, él no podía creer lo que veía.

¿Cómo había escapado? ¿Cómo era posible que aquella sombra en forma de mujer estuviera de nuevo allí, fuera del lugar al que él mismo había contribuido a desterrarla? No lo sabía, pero algo era claro: estaba dispuesto a hacerla regresar. Dio un paso al frente, con la mirada fija en esa silueta joven y eterna que lo aterrorizaba y enfurecía por igual. Quiso recordar sus años de sumisión, de obediencia ciega, cuando era un niño que no comprendía por qué ella le robaba el cariño con palabras de acero y promesas rotas, de manzanas envenenadas y cuentos que no valían la pena. Pero ahora era diferente. Ahora, tenía poder y una voluntad de hierro, y lo usaría contra ella si era necesario.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora