XXVIII

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❝ And I'm tired of
loving somebody
that's not
mine. ❞

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Ser el hijo de Blancanieves no era fácil.

O bueno, aveces sí lo era. En muchas ocasiones, Jeongin podía disfrutar de los privilegios que venían con su linaje real. No tenía que esperar en largas filas porque, generalmente, diez príncipes lo reconocían y le cedían el paso en la Castifeteria, los estudiantes lo adoraban, los animales lo seguían con una devoción casi incómoda, y todos sabían que algún día sería un rey. Pero últimamente, Jeongin se sentía completamente fuera de lugar. Los proyectos, las responsabilidades, el peso de su destino lo aplastaban. Apenas tenía tiempo para dormir en su propia habitación. Había pasado varios días fuera, refugiándose en el dormitorio de su compañero Félix —su fiel ayudante de noticias—, y por supuesto, al lado de su prometido, Bangchan.

Lo había perdonado, después de todo. Bangchan era un hombre bondadoso, siempre lo había sido. Y aunque los recuerdos de lo que sucedió en la Feria de la Primavera seguían revoloteando en su mente, Jeongin intentaba dejarlo atrás. Ahora era otoño —porque, en Ever After, el verano siempre llegaba después del invierno—. Aunque no lo admitiera en voz alta, había estado evitando a HyunJin. Cada vez que lo veía, una sensación de culpa se instalaba en su pecho, extendiéndose como una sombra que no lograba disipar. Aún recordaba aquellos momentos que compartieron, pero lo que le asustaba no era el dolor ni la nostalgia, sino el vacío. Un vacío desesperante.

Era más fácil evitarlo que enfrentarlo.

HyunJin no había dejado de intentarlo, eso era cierto. Sus esfuerzos por arreglar las cosas eran constantes, visibles incluso, la manera en la que hablaban, esa necesidad de querer al menos sostener su mano, era incómoda. Pero Jeongin no estaba seguro de cómo lidiar con ello sin lastimarlo. Ya había cometido muchos errores, y ahora, solo quería hacer lo correcto. Si ser un buen amigo era todo lo que podía ofrecer, eso sería suficiente. O al menos, así lo convencía su mente, aunque su corazón continuara debatiéndose entre lo que era correcto y lo que realmente sentía, porque por más que quisiera, no había nada.

—¡Disculpen!

El sonido de su propia voz resonó en la Castifeteria, y enseguida, todas las miradas se volvieron hacia él. Jeongin, con su porte impecable y su sonrisa siempre encantadora, se encontraba de pie en una de las plataformas del comedor. Tomó un respiro antes de continuar, tratando de asegurarse de que su tono fuera fuerte, pero amable.

—¡Disculpen! Como editor de El Grifo, nuestro querido periódico escolar, me complace anunciar que tendremos una nueva sección muy especial —mencionó, dirigiéndose a la multitud de estudiantes que lo observaban con atención—. El tema de la próxima edición será: "¡Un tiempo de maravillas!"

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora