XIV

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❝ I need you
more than I
want to. ❞

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¿Cómo era la relación de Bangchan y Jeongin fuera del EspejoNet?

Bangchan se deslizó con naturalidad hacia Jeongin, envolviéndolo en sus brazos con la suavidad de quien ha hecho de ese gesto una rutina cargada de afecto, una rutina que conocía a la perfección. Era tierno, dulce, tan perfectamente moldeado para el papel de héroe, príncipe, novio y prometido, todo lo que Jeongin debería querer, todo lo que ya había afirmado querer, pero que seguía repitiendo como un mantra, como si repitiéndolo pudiera convencerse a sí mismo. Mientras Bangchan, con su colonia impregnando el aire entre ambos, repartía besos suaves en sus mejillas de manzana, Jeongin dejó escapar una risa suave, casi obligado.

—¿Te sientes mucho mejor? —preguntó Bangchan con esa ternura que le era tan natural, su voz baja y cálida como la miel—. Me gusta ver esa sonrisa más a menudo.

Jeongin asintió, pero su mente estaba en otro lugar, un resquicio de duda mordiendo sus pensamientos, en la pintura, en la pelea, en los labios de Yeonjun encima de HyunJin. Acarició las mejillas de Bangchan con delicadeza, como si buscara anclar en esa acción un sentimiento que no terminaba de encajar.

—Sí, solo quería un respiro —respondió con un tono ligero, acariciando las mejillas de Bangchan, deseando que ese gesto pudiera borrar cualquier sombra de su mente—. Uno pequeño. Un príncipe nunca debe dejar sus obligaciones, tengo junta comitiva para mi campaña la semana que viene.

Bangchan rodó los ojos con una sonrisa juguetona, la seriedad de Jeongin era una vieja amiga a la que estaba acostumbrado, pues estaba obsesionado con mejorar el legado de su madre.

—Y ahí está el Jeongin de siempre —dijo, con un tono que mezclaba resignación y cariño, Jeongin nunca cambiaría, pero eso no importaba realmente.

Jeongin permitió que las caricias de Bangchan recorrieran su rostro, su cuello, su cintura, deslizando sin malicia alguna, sin el menor atisbo de deseo carnal, ni el morbo de cualquier adolescente hormonal, solo el afecto genuino entre dos príncipes predestinados a estar juntos, que tenían sus corazones vibrantes —según su cuento—. La calidez de Bangchan era un bálsamo, pero también un recordatorio de lo que debía ser, no necesariamente de lo que quería ser.

—¿Faltarás a clase? —preguntó Bangchan, su voz cargada de una preocupación genuina, como si la idea de Jeongin ausente le resultara extraña.

Jeongin asintió, frunciendo los labios en un puchero que no alcanzaba sus ojos.

—Sí, no me siento dispuesto, y no tengo un buen olor aparte de tu colonia. Este maleficio me pone con la fábula al revés —respondió con un suspiro—. ¿Te quedarás?

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora