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❝ Could you be the devil,
could you be an
angel. ❞

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Jeongin comenzaba a preocuparse.

Había momentos en los que se encontraba sentado a la mesa junto a HyunJin, rodeado de príncipes y princesas de sangre real, y una sensación de incomodidad empezaba a crecer en su pecho. Siempre había visto a HyunJin como alguien un poco diferente, como alguien que no pertenecía del todo al mundo de los Royals, un escalón más abajo en el gran esquema de la nobleza. HyunJin había llegado a su vida cómo un villano rebelde, con su chaqueta de cuero y esa actitud desafiante que lo hacía parecer fuera de control. Un villano en toda regla, un villano que no quería ser villano. Y Jeongin, desde su posición segura como el hijo de Blancanieves, había sentido una especie de superioridad sobre él.

Pero ahora, todo parecía haber cambiado.

HyunJin, el mismo chico que había sido ignorado y temido por su oscuro linaje, se había convertido en alguien más convocado que él, el propio hijo de Blancanieves. Cada vez que caminaban juntos por los pasillos, Jeongin notaba cómo los ojos de los demás seguían a HyunJin, cómo lo llamaban para pedirle favores, cómo lo halagaban por su porte elegante, por su forma pulcra de vestirse, por su control impecable sobre sus poderes, un brujo que terminó siendo más querido que un noble príncipe. HyunJin ya no era el chico encorvado que solía ser. Ahora caminaba con elegancia, llevaba una tiara perfectamente colocada sobre su cabello, y sus guantes negros complementaban su postura regia. Era como si estuviera destinado a ser un rey —técnicamente, tendría que serlo—.

Jeongin, por un lado, se sentía feliz de verlo así. Después de todo, había sido él quien había sugerido esos cambios, quien había animado a HyunJin a encontrar un equilibrio entre su naturaleza villana y las expectativas de la escuela. Pero había una parte de él que, por más que intentaba ignorarla, se removía con malestar. No quería que HyunJin fuera mejor que él. No quería perder esa pequeña sensación de superioridad que había tenido al principio, cuando HyunJin parecía ser un desafío para los estándares reales, mientras que él, Jeongin, había nacido para cumplir con ellos.

Suspiró profundamente, dejando que esos pensamientos confusos se arremolinaran en su mente mientras caminaba por su habitación. El Magiespejo que colgaba de la pared comenzó a emitir un suave brillo, anunciando una videollamada entrante. Jeongin se detuvo al ver el nombre que aparecía en la pantalla. Su madre.

La sonrisa de Jeongin fue instantánea. Siempre había apreciado a su madre más de lo que haría con cualquier otra persona. Ji-Ae —no acostumbraba a llamarla por su nombre— era el modelo de perfección, la mujer que había triunfado sobre la adversidad con gracia, y cuya historia se contaba en cada rincón del reino, una de las reinas más amadas de Nunca Jamás. Su linaje era impecable, su belleza legendaria, y Jeongin se sentía inmensamente orgulloso de pertenecer a su familia. Con un toque de emoción, aceptó la videollamada y su reflejo fue reemplazado por la imagen radiante de Blancanieves.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora