XXIX

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❝ And I'm tired of
loving somebody
that's not
mine. ❞

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Para HyunJin, no había nada más doloroso que amar sin ser amado.

Era un sentimiento crudo, como una herida abierta que no terminaba de sanar. Era como caminar con la piel expuesta, vulnerable a cada roce, a cada mirada indiferente que Jeongin le lanzaba sin siquiera darse cuenta del daño que causaba. Lo peor de todo no era solo la indiferencia, sino que parecía haberse acostumbrado a ella. El príncipe rubio había construido una muralla entre ellos, una muralla que antes no estaba. Antes, cuando todo parecía tan simple, tan natural.

Mientras jugaba distraído con su lápiz en el Salón de Estudios, un lugar que estaba lastimosamente vacío en esos momentos, no pudo evitar pensar en lo irónico de su situación. Él, que rara vez se veía con un libro en las manos, se encontraba en este salón, esforzándose por estudiar. No por él, no porque de pronto hubiera descubierto una pasión por la academia, sino por Jeongin. Todo lo que hacía, todo lo que intentaba, era por Jeongin. Y aunque trataba de no admitirlo, era doloroso ver lo poco que había cambiado entre ellos. En tan solo un par de semanas, lo que antes era un vínculo compartido —algo tan simple como dormir juntos, entrelazar sus manos en la oscuridad— se había desvanecido. Y ese vacío, esa distancia, era como una quemadura constante que ardía cada vez más.

De pronto, la puerta del salón se abrió y Jeongin entró con sus libros en brazos, su porte impecable, y una boina que, para HyunJin, lo hacía ver infinitamente más tierno de lo que el príncipe probablemente se daba cuenta. Como siempre, Jeongin era el ejemplo perfecto del príncipe encantador: elegante, recto, y con una serenidad que solo los Blancanieves parecían dominar.

—Yo, Jeongin White, declaro comenzar esta reunión de planeación —anunció el rubio con su típico aire de grandeza, completamente absorto en sus propios pensamientos.

HyunJin apenas pudo contener una risita. No importaba cuánto tratara Jeongin de ser formal y serio, siempre había algo en su forma de hablar que lo hacía ver entrañable. Y a pesar de todo, incluso de la frialdad con la que lo había tratado últimamente, HyunJin no podía evitar sentir esa ternura hacia él.

—Todos los presentes digan su nombre para que conste en el acta... —continuó Jeongin, sin esperar realmente respuesta.

—Hwang HyunJin. —respondió el pelirrojo, con una sonrisa pequeña, disfrutando del leve rubor que se extendió por las mejillas del príncipe.

Era algo que, a pesar de todo, no había cambiado. Esa pequeña reacción involuntaria que delataba a Jeongin, y que, de algún modo, le daba a HyunJin un rayo de esperanza, sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la magia de ese momento se rompiera. El teléfono de HyunJin vibraba insistentemente en su bolsillo, recordándole que no podía escapar del caos de su día a día. Un mensaje de Minho apareció en la pantalla: «¿Puedes hacer bum chas bum para que podamos ir? Estamos atrapados en una Zarza».

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora