XXIV

45 11 7
                                    

────────────────

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

────────────────

❝ Solo quiero
ser tu...
favorito. ❞

────────────────

Jeongin se encontraba desesperado.

¿Qué le había pasado al príncipe para llegar a ese punto? HyunJin había sentido esa mirada temblorosa antes de que entraran al Salón del Legado, ese lugar sagrado donde la generación anterior había dejado sus regalos, recuerdos vividos de cuentos antiguos, solo se podía abrir en la Fiesta de Coronación. Allí, su madre, una mujer de barbilla afilada y labios carmesí, le había dejado una moneda del Pozo de los Deseos cómo su lindo regalo de herencia, una que era añeja y bastante oxidada. HyunJin, en su arrogancia juvenil, apenas había valorado aquella reliquia en su momento. ¿Para qué le serviría una moneda en un mundo donde el destino ya estaba escrito? Los deseos de cambiar de destino no se cumplían.

Su regalo fue, sin duda, el más decepcionante de todos. Danielle recibió unas gafas reveladoras talladas en madera encantada, Minho una lupa mágica que desvelaba acertijos ocultos, Ryujin unas botas silenciosas ideales para la caza. Incluso el presente de Jeongin, una pulsera que brillaba sutilmente al detectar la presencia de seres malvados, tenía un aire de encanto. Y Félix, él recibió un corazón de diamante, un objeto misterioso que nadie comprendía del todo, pero que al menos despertaba curiosidad. ¿Y él? ¿Una simple moneda? La frustración le quemaba por dentro, y no dudó en que maldeciría al primer espejo que encontrara.

Pero ahora, eso era lo menos importante.

No cuando tenía a Jeongin arrodillado frente a él, con las manos temblorosas y los ojos llorosos, su respiración agitada llenando el salón cerrado con llave, envolviendo todo en su boca con dificultad. Un lugar apartado, con varios espejos que reflejaban cada ángulo de la escena, capturando la imagen del príncipe con su mirada de cachorrito, completamente sometido a él, con esos ojitos de príncipe derrotado, manteles y polvo acumulado por los siglos. De alguna manera, el laberinto de puertas los había llevado a esa habitación especial, llena de materiales viejos y libros olvidados, lejos de la vista de todos los demás que deambulaban por el Salón con sus magiespejos, riendo y ajenos a lo que sucedía.

HyunJin mordió su labio, sintiendo la suavidad de la boca de Jeongin. Tan suave, tan como terciopelo.

Nunca se cansaría de compararlo con el algodón de bruja, con las frazadas suaves de la cama de Jeongin, con esa piel perfumada y perfecta que lo volvía loco, a esa qué le gustaba trazar pequeños hilos de magia hasta hacerla enrojecer en las noches. Sus dedos se entrelazaron en el cabello de Jeongin, un agarre firme, justo antes de que perdiera el control, destruyendo sus lindos rulitos, moviendolo cómo un títere, un vaivén demasiado lento para soportarlo. No deberían estar haciendo esto en el lugar más sagrado de los Cuentos de Hadas, pero Jeongin lo había arrastrado aquí, y HyunJin, perdido en la tentación, no pudo resistirse.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora