CAPITULO 31.

2.4K 105 0
                                    


—Sí... —susurré y los ojos de Owen se abrieron de par en par, y un brillo de felicidad e incredulidad se reflejó en sus ojos.

— ¿Dijiste que sí? —Balbuceó.

—Sí —repetí, esta vez sonriendo—. Sí quiero vivir contigo.

— ¿Sí? —volvió a preguntar y yo rodé los ojos sin dejar de sonreír.

— ¡Que sí Owen Ludwig!

— ¡Dijiste que sí! —chilló, y con el brazo que tenía libre me rodeó los hombros y me estrechó contra su pecho. Besó la cima de mi cabeza y posteriormente mis labios. Sonrió por encima del beso y luego me miró fijo a los ojos—. ¿Estás segura?

Volví a rodar los ojos.

— ¿Por qué piensas que no estoy segura?

—Es que no lo puedo creer...

—No tienes confianza en ti mismo y en tus acciones entonces —El rizado me miró serio y yo reí—. Lo dije jugando tonto.

—Estoy temblando —Me mostró su mano y era cierto, ésta se sacudía ligeramente.

— ¿Por qué?

—Porque estoy feliz.

—Aw, no llores por favor. ¡Se supone que yo soy la sentimental de los dos! —Tomé su rostro entre mis manos y le di un beso en la nariz y luego en los labios—. Nos irá bien.

—Estamos escribiendo un nuevo capítulo en nuestra historia.

—No —negué con la cabeza—. Estamos escribiendo una nueva historia juntos. —Lo corregí y él sonrió.

—Te amo, en serio que lo hago. —Reí y lo abracé—. ¡Seremos una familia ahora!

[...]

Luego de estar discutiendo un par de cosas acerca de lo que sucederá a partir de ahora en nuestras vidas y de decidir cuál será el día de mi mudanza, nos fuimos del apartamento para ir a la casa de los señores Ludwig. Owen no quería asistir, quería que nos quedáramos en su apartamento a ver películas pero le dije que sería descortés no asistir a la fiesta privada de su madre. Luego de unos minutos de discutir logré convencerlo y nos dirigimos hacia la enorme residencia Ludwig.

Owen aparcó el Mustang en la acera de enfrente a la gran casa y luego nos apeamos de éste. El rizado decidió cargar a Max mientras éste despertaba de su siesta.

Al cruzar la calle Owen tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos, sonreí en respuesta y sentí un pequeño rubor subir hasta mis mejillas. Cuando llegamos a la puerta principal tocó el timbre dos veces, pocos segundos después Lena apareció delante de nuestros ojos con un pequeño perro blanco y peludo en brazos.

— ¡Llegaron temprano! —Soltó y nos sonrió— Los abrazaría pero Galaxy tiende a morder a los desconocidos. —Y supongo que se refiere a mí.

—Ya llegó la tía Rose, por lo que veo —Comentó Owen acariciando con una mano la pequeña cabeza del perro que tenía Lena en brazos—. Hola Galaxy. —El pequeño perro, que tal parece ser de la raza de los Poddles, ladró y sacó la lengua ante el saludo de Owen.

— ¿Galaxy? —repetí, frunciendo un poco el ceño.

—Es hembra —dijo Lena al ver mi confusión—. Lo que sucede es que tía Rose es muy..., excéntrica. —Explicó y yo asentí con la cabeza, sabiendo ya eso de ante mano—. Pasen, le diré a mamá que ya llegaron. —Y dejándonos el paso libre entramos a la casa, percibiendo un rico aroma a galletas de chocolate recién hechas.

MAD LOVE. (Saga Turner Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora