CAPITULO 36.

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19:30hrs.

Las manos me temblaban, razón por la cual me costó bastante colocarme mis aretes y cambiarme la flecha que tengo el parte superior de la oreja por un aro de plata. Sacudí varias veces los brazos para liberar tensión pero aún así no me puede delinear los ojos, el pulso me fallaba, por lo que tuve que desmaquillarme por segunda vez y sólo colocarme rímel y brillo para labios.

¡Mami, mami! —Me volví a verlo—. ¿Puedo comer helado?

— ¿Helado? —De repente entró Owen a la habitación y me sonrió.

—Ha conseguido el bote de helado que tengo escondido para nosotros... —Se encogió de hombros y yo lo miré mal. Observé a Max quién esperaba mi respuesta, suspiré y asentí con la cabeza.

—Un poco nada más, no quiero que se ponga hiperactivo esta noche.

— ¡Sí! —gritó de felicidad Max antes de salir corriendo hacia la cocina.

— ¡Espérame Maximiliano! —Le dijo Owen. Antes de salir de la habitación se volvió a verme—. Te ves hermosa. Sonreí en respuesta.

—No me puedo maquillar —me encogí de hombros—. Mi pulso está estúpido hoy.

—Sin maquillaje y con maquillaje eres perfecta para mí, bombón. —Me sujetó por los hombros y besó mi frente con ternura. Acercó sus labios a mi oreja y susurró—: Aunque yo te prefiero mil veces más sin maquillaje. —Me estremecí y él besó mi cuello antes de irse hacia la cocina.

Vale, si antes me temblaban las manos, ahora me tiemblan hasta las rodillas. Un efecto secundario que aún no se me pasa, causado por los besos de Owen.

Respiré profundo y terminé de arreglarme. Como hacía frío, decidí tomar una sudadera de Owen y me la puse; olía a él lo que me hacía feliz. Creo que habrá una sudadera menos en su closet. Tomé también un gorro de lana y me lo puse, salí de la habitación con mi bolso cruzado al pecho. Owen me dio una repasada rápida y sonrió en aprobación.

—En serio que amo verte con mi ropa. —Sonreí y acomodé el gorro de lana sobre mi cabeza.

— ¿Ya están listos? —Miré a Max, quien se estaba devorando el helado demasiado rápido—. Maximiliano, come despacio si no se te congelará el cerebro. —Dicho y hecho, porque a los segundos gritó y se llevó las manos a la cabeza—. Te lo dije. —Me acerqué a él y le quité el plato de helado, me llevé una cucharada a la boca antes de guardarlo en el refrigerador.

—Pon tu dedo pulgar en el paladar, Max. Así se te quitará —le dijo Owen, y Max lo obedeció—. ¿Mejor? —Mi hijo asintió con la cabeza.

—Ve a buscar tu sweater, cariño.

—Sí mami. —Se bajó con rapidez de la silla frente al mesón y salió corriendo hacia el cuarto de Owen.

Me acerqué un poco a donde estaba sentado el moreno y éste me tomó por la cintura, acercándome a su cuerpo.

— ¿Qué? —Pregunté con una pequeña sonrisa en mis labios.

—Nada —se encogió de hombros y sonrió en respuesta. Miró el gorro de lana y me lo acomodó un poco—. No estamos en invierno, ¿lo sabes verdad?

—Pero la noche está fría —Metí las manos en los bolsillos de la sudadera y Owen rió.

—Se me había olvidado que eres friolenta.

—Yo soy de climas cálidos y tú de climas fríos. Es una combinación rara, ¿no lo crees?

—Podemos crear una tormenta tropical si quieres —Movió las cejas de manera sugerente, haciéndome reír y sonrojar al entender el contexto de lo que quiso decir.

MAD LOVE. (Saga Turner Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora