26 de abril, 2015.
— ¿Dónde estás Tasmania?
— ¡No me encontrarás!
— ¡Claro que lo haré!
— ¡No griten! —pedí tapándome hasta la cabeza con mi sábana.
Al parecer Max estaba jugando a las escondidas con Khal, sus pasos resonaban con fuerza en las baldosas del piso, dándome a saber que estaban corriendo por todas partes.
Luego de unos minutos de silencio Max soltó un alarido que hizo que levantara la cabeza de golpe, resoplé con fuerza al darme cuenta de que, la razón por la cual mi hijo gritó fue porque Khal lo había encontrado y volví la cabeza contra las almohadas. Quería seguir durmiendo, pero el ruido de sus risas me lo impedía.
Resoplé con fuerza aceptando que no volvería a tomar el sueño, así que decidí levantarme de la cama y me fui al baño, lavé mi rostro y cepillé mis dientes y cabello. Justo en el instante en el que me disponía a salir, Max chocó conmigo, abrazándome por las piernas.
— ¡Mami! —Me sonrió feliz y se puso de puntillas para tratar de llegar a mi rostro y darme un beso en la mejilla. Lo tomé en brazos y lo alcé en el aire—. Buenos días.
—Buenos días, cariño —Le di un pequeño beso en los labios y lo puse de nuevo en el piso—. ¿Por qué estabas gritando?
— ¿Tasmania? —Medio cuerpo de Khal se asomó por la puerta del baño, al darse cuenta de que yo estaba ahí salió completamente de su escondite y me sonrió—. Buenos días, Cam.
— ¿Puedo saber por qué andan corriendo por todo el apartamento, a las ocho de la mañana, un domingo? —Crucé los brazos.
—Culpa a tu pequeño Tasmania —Miré a Max, quien se escondía detrás de mí—, el cual se levantó a las seis y media de la mañana y comenzó a saltar en mi cama para que le hiciera el desayuno.
—Maximiliano. —Le reprendí mirandolo desaprobatoriamente.
—Lo siento —susurró tapándose los ojos.
—Bueno, ya no importa —Pasé una mano por mi cabello y tomé aire—. Ya desayunaron, ¿no?
—Sí —respondieron los dos al mismo tiempo. Realmente pienso, a veces, que Khaled y Max comparten la misma edad, al menos mental en el caso del pelinegro.
—Pero yo no y muero de hambre. —Salí del baño siendo seguida por Max y a Khal, quienes me hasta la cocina. Mientras que yo preparaba mi desayuno, mi hijo y mi hermano se susurraban cosas y reían—. ¿Qué es tan gracioso? —pregunté mirándolos a los dos.
—Nada.
—Khaled...
—Cosas de hombres, hermanita. —Me giré en su totalidad y lo señalé con la espatula.
—Hasta que Max no tenga los doce, entre ustedes no pueden haber "cosas de hombres".
Khaled se llevó al pecho una de sus manos y fingió una mueca de haberse sentido ofendido.
—Los hombres tenemos nuestros secretos, Camy.
Iba a responderle de manera mordaz pero me vi interrumpida por el tono suave de mi celular.
—Ése es tu celular.
— ¿Dónde está? —Ambos miramos a Max al ver que el niño se estaba bajando lentamente y como podía del taburete donde Khal lo había sentado—. Maximiliano, dame el celular. —Me observó por lo que fueron unos largos segundos mientras, creo, se debatía entre entregarme el aparato o terminar de bajarse de la silla. Eligió la primera opción, se levantó la camisa y me entregó mi celular—. ¿Qué hacías con él?
ESTÁS LEYENDO
MAD LOVE. (Saga Turner Libro I)
ChickLitDespués de cuatro años y medio de separación, Owen y Camyl se reencuentran después de varios intentos fallidos por parte del joven rizado para poder ver a su amada. ¿La intención de él? Reconquistarla a toda costa pero, luego de tantas desdichas y d...