CAPITULO 37.

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Sabía que hablar con Bastian me traería un dolor de cabeza y bueno, ahora siento que todo me da vuelta. Ese hombre es más terco que una mula, y es muy difícil hacerlo cambiar de parecer cuando tiene algo entre ceja y ceja. Creo que es más fácil arrancarle la cabeza que la idea que tenga en la mente.

Resoplé.

Los recuerdos de hace cuatro años me azotaron fuertemente, haciéndome sentir débil y vulnerable. Sí, cometí errores, demasiados. Pero había tratado de no recordarlos, porque me arrepiento de muchos de ellos y me hacen sentir mal. Pero Bastian se había encargado de hacerme recordar cada uno de ellos.

Me eché en el pasto cerca de los columpios y me puse a ver las estrellas. Quería irme, quería irme a un lugar lejano donde pudiera ser feliz sin que nadie me juzgara o discriminara. Una lágrima rodó por mi mejilla al sentir que nunca sería completamente libre de los prejuicios de los demás.

¿Te puedo hacer compañía? —Abrí los ojos y vi el cuerpo de Owen de pie detrás de mí. El cabello le caía sobre el rostro gracias a que estaba mirando hacia abajo.

—Si ambos estamos aquí afuera pensarán que estamos teniendo sexo en alguna de las habitaciones. —Espeté. El rizado se encogió de hombros y se acostó a mi lado, con las manos sobre su abdomen.

— ¿Cómo te fue con tu hermano? —Cerré los ojos y contuve las repentinas ganas de llorar.

—No quiero hablar de eso.

— ¿Tan mal fue? —Apoyó un codo en el pasto y se elevó para poder verme—. Camyl, háblame —me quitó el brazo que tenía sobre mis ojos y apartó un par de mechones de mi cara. Acarició mi mejilla y me dio una pequeña sonrisa—. Todo está bien, me lo puedes decir.

—Él simplemente te odia —Solté en un sollozo pequeño—. Te culpa por todo lo que pasó en el dos mil once, lo que pasó conmigo, con nosotros..., con todo. Quisiera que él viera, aunque sea por un instante, que has cambiado, que ya no eres el mismo chico de hace cuatro años. ¿Por qué es tan fácil ser prejucioso que detenerse a analizar lo que sucede?

—Algunas personas simplemente no entienden que otras pueden cambiar, redimirse y pedir perdón por los errores que cometió en algún momento.

Puse mis manos sobre mis ojos y solté un pequeño sollozo.

—No llores, no lo vale —me abrazó y me pegó a su pecho—. Él no cambiará su forma de verme, tendremos que vivir con ello. Tal vez en algún momento de nuestras vidas logre aceptarme.

Me quedé callada, recibiendo el abrazo tranquilizador que Owen me estaba dando.

Pero el problema es que yo quería lo que mi madre tiene pensado hacer; tener una familia unida. ¿Cómo serán los cumpleaños de Max cuando mis hermanos y Owen se vieran? Khaled y Dave aceptan más a Owen que antes, pero Bastian lo repele y lo odia a muerte. No quiero que mi hijo vea que su tío odia a su padre.

—Trata de estar lo más tranquilo que puedas... —susurré, apartándome un poco de él—. Bastian buscará cualquier excusa para hacerte molestar para tener credibilidad y decir que eres un mal sujeto.

—Siempre me dices que mantenga la calma y me comporte pasivo cuando venimos a la casa de tus padres, ¿crees que con casi media década conociéndote no sé manejar a tu..., hermosa familia? —Cuestionó con una ceja elevada de manera picara, sonreí en respuesta.

—Sólo te lo recuerdo.

Owen besó mi frente y me ayudó a ponerme de pie. Me sacudí la ropa por si tenía hojas del pasto en la espalda, y ambos entramos de nuevo a la casa.

MAD LOVE. (Saga Turner Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora