Prólogo

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Dejarla sola después de lo que le ha costado llegar al mundo me parte el corazón, pero es lo mejor, no supe protegerlas bien de mi pasado y éste cómo siempre me ha cobrado factura.

Veo a mi pequeña, es hermosa y completamente parecida a su madre, pero a simple vista se ve que es diferente y lo es; solo espero que ella jamás sepa que la hace especial.

Espero que en ese lugar la cuiden bien, espero que aunque no estemos con ella, pueda ser feliz y amada con la misma intensidad que lo hacemos nosotros... Esto no es correcto debería huir con ella y darle una familia, pero si lo hago la voy a condenar a vivir una vida en las sombras, jamás la condenaría a vivir de esa manera...

—Cariño, deja de darle vueltas al asunto... Sabemos que es lo mejor para ella... —su débil voz apenas es audible

—No quiero que tenga el mismo destino que nosotros —dejo a mi pequeña en la cuna

—No lo tendrá... Te amo tanto Caleb —las lágrimas bañan su pálido rostro

—Y yo a ti Irán, espero y puedas perdonarme por la vida que llevaste, por no poder ver a nuestra pequeña crecer —me acerco y beso su mano

—Me has dado un hermoso regalo... Jamás podría odiarte... Si tú eres el único hombre que he amado con tanta intensidad —sonríe y su vista se pierde en la nada.

Sus hermoso ojos han dejado de brillar, jamás la tendré de nuevo, no la volveré a ver al despertar, su sonrisa no volverá a iluminar mis días, jamás podré decirle te amo y escuchar su respuesta...

—Lo siento, pero tenemos que irnos; antes de que lleguen y vean que ha sobrevivido —toca mi hombro

—Deberías odiarme, te he quitado lo único que tenías —digo mirándola.

Sus canas se notan más; los años la están comiendo y yo solo traje desgracia a su vida.

—Mi hija te amo más que a su propia vida y por eso hoy tengo a una pequeña y a ti, lo que estamos haciendo lo hacemos por su propio bien —besa la frente de su hija.

Lloramos en silencio despidiéndonos de ella, jamás la volveremos a ver, no verá crecer a su pequeña, a mi pequeña de cabello de fuego... Pero haré pagar a todos los que tuvieron que ver con ésto, los mataré tan lentamente que van a rogar que termine con su miserable vida.

—Vamos Caleb, ellos saben que estamos aquí y vendrán por nosotros —besa por última vez a su hija.

Se acerca a mi pequeña y la toma en brazos, ella duerme tan tranquila, cuando nosotros no lo hacemos en meses; pero nadie la tocará así tenga que matar a personas inocentes... A ella no la perderé, aunque para eso ella tenga que estar lejos de mí.

Salimos del edificio dejando el cuerpo sin vida de Irán, yo no quería dejarla, pero tengo hacerlo, compré el cuerpo de un bebé recién nacido muerto, eso les dará a entender que la pequeña no sobrevivió, prefiero que crean que no existe a que sepan que sí y que inicien una cacería cómo si fuera un animal.

—Estarás a salvo pequeña, jamás nada te pasará, nos tendrás a nosotros aunque no lo sepas —dice Marily mirando a la pequeña.

—No se si pueda perdonarme algún día toda esta desgracia...

—No te culpes Caleb, no sabías que ellos lastimarían a Irán... Ahora tenemos que protegerla a ella —toca mi hombro y caminamos al auto.

Entramos y pongo la maleta con cosas de la pequeña en la cajuela, conduzco lento sin prender las luces, Marily se pone una peluca y pone a mi pequeña en sus pies, tomó los lentes y enciendo las luces, salimos a la calle principal y veo cómo dos camionetas entran velozmente, y ahí están, verificando el daño que hicieron, pero volveré y ellos desearán no haberse cruzado en mi camino.

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora