Capítulo 26

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La miro sorprendida por la locura que quiere que haga, eso es imposible, no sé nada de seducir, enamorar o tan siquiera poseer.

—Soy una insignificante para él, no puedo convertirme en las mujeres con las que él solía salir —limpio esa lágrimas que siguen saliendo cómo agua

—No tienes que convertirte en alguien más para enamorarlo, si él te escogió para casarse contigo, es por una razón... Eso lo vamos a tomar a tu favor —sonríe abiertamente al imaginar algo

—No entiendo, no sé qué le gusta de mí... Además este es un juego muy peligroso, no quiero salir herida —me siento en la mesa mirando por la ventana

—¿Y cuál es la diferencia si no haces nada? De todas formas sufrirás y eso es lo peor, sufrir sin antes dar batalla —se sienta y trae consigo las copas con vino.

La miro asombrada pensando en lo que dijo, tiene razón, nada cambia, solo voy hacer una cobarde que va a sufrir por no luchar por lo que quiere.

—Es preferible dar un salto aunque duela y lograr eso que tanto anhelas... Igual no tienes nada que perder —bebe de su copa mirándome

—No sé qué es lo que quiere y tengo miedo a fracasar —recargo mis manos en la mesa tocando mi cabeza.

Esto es tan complicado, no entiendo lo que siento y aún así quiero arriesgarme a luchar por alguien que tal vez nunca pueda llegar a aceptarme o verme diferente, primero tengo que aclarar bien qué es lo que siente mi corazón antes de decidir exponerlo a un daño más fuerte.

—No seas lo que quiere, se lo que necesita.

Ser lo que necesita, ¿Qué necesita alguien que lo tiene todo?.

—Hoy en la noche vamos a salir a bailar, vamos a obligarlo a ver lo hermoso que tiene y que por no saber observar se lo puede perder —se levanta de un brinco feliz

—¿A bailar? —pregunto con un poco de miedo

—Sí y este es solo el comienzo...No dejes que el miedo te impida conseguir lo que quieres y si te das cuenta que no sirve de nada, ya no será tu culpa, porque habrás hecho hasta lo imposible por él —camina a su habitación.

Siempre luche por conseguir mi maestría, luche por Anabell y luche por obtener una vida mejor, entiendo que significa, pero no puedo evitar tener miedo a su rechazo, pero tiene razón, no tengo nada que perder y mucho que ganar si lo consigo, ya llegué hasta aquí, podré con todo lo que este por venir.


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Me detengo al ver el vestido que Penélope a dejado sobre mi cama, esta loca si cree que me voy a poner eso; lo tomo y me lo pongo por encima, me veo al espejo y se ve excesivamente corto, no voy a ponerme eso.

Entra Penélope y avergonzada cubro mi desnudez con el vestido, la miro avergonzada y molesta.

—Marily tenemos lo mismo... En fin, vengo a decirte que te apures, no quiero llegar tarde y tener que hacer fila por un largo rato —me guiña un ojo.

Se ve tan, pero tan, provocativa y aún así se ve bien, lleva puesto un vestido negro de lentejuelas que queda pegado a su delgado cuerpo, le llega a mitad del muslo; no puedo creer que se sienta bien con algo así. Su mirada es intensa y me hace sentir poca cosa, nadie me va a voltear a ver, y no los culpo, ni yo puedo dejar de verla.

—No voy a ponerme esto, se ve muy corto y no quiero pasar una gran vergüenza —entro a mi guardarropa

—Te lo vas a poner Marily y te verás muy sexy y atrevida, eso va a servir —ordena parándose a un lado de la puerta

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora