Capítulo 1

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Otro día a la misma rutina aburrida y monótona, estoy harta de llevar esta maldita vida; de cumplir los sueños de los demás y no los míos, estoy condenada desde el día en que nací, me abandonaron cómo si fuera un animal, cómo si no les importará que su propia hija creciera en esta pobreza, llena de soledad.

Me levanto y me miro al espejo "No soy nada" solo soy una persona más en este mundo lleno de personas; no soy agraciada y no tengo nada atractivo a la vista de los hombres, en mi trabajo nadie me ve, todos me juzgan y me señalan por no vestir a la moda, por no maquillarme, por tener un cabello tan rojo cómo el fuego, soy gorda y fea, es lo que los hombres siempre dicen ¿Por qué simplemente no ven más allá de la belleza física?

Me alejo del espejo y dejo de tenerme lástima, entró al baño y me doy esa ducha que mi cuerpo pide, abro la llave y el agua sale fría, entro sin pensarlo mucho y mi cuerpo se eriza del frío, sale humo por mi boca y yo solo pienso en lavar rápido mi cuerpo para no llegar tarde a mi trabajo.

Salgo enrollada en la toalla desgasta, ya no sé de qué color era, me seco y me visto rápido, tomó una falda lisa color azul, una blusa blanca y unas zapatillas tan gastadas que en cualquier momento me dejan tirada en la calle, pongo un poco de base y brillo en mis labios, no sé maquillarme y tengo miedo a hacerlo mal y quedar peor de lo que estoy.

—Te ves hermosa —su dulce voz es cómo la melodía más suave de las aves

—Me has asustado, pensé que seguía dormida —se acerca y me besa la frente.

Me mira y me sonríe, la única persona que lo hace con amor se ve tan cansada y pálida, pero sigue viéndose hermosa, sus ojos azules siguen brillando y su hermoso cabello color avellana aún es sedoso y suave, es tan amable conmigo desde que tengo memoria.

—Hace ya un rato que estoy levantada, el desayuno está servido, baja y come algo antes de que esos pillos te dejen sin comida —peina mi cabello y sonríe al recordar algo

—Anabell, gracias por ser tan buena conmigo, tú y tu madre siempre fueron buenas conmigo a pesar de ser una huérfana sin hogar —mis ojos se llenan de lágrimas.

Es imposible que esto no me duela, no sé de dónde vengo, no entiendo ¿Qué hace un niño para que sus padres no lo amen y lo abandonen?

—Marily, eres cómo una hija para mí y mi madre siempre te quiso cómo una hija más, no digas que no tienes hogar, sé que este no es una buena idea de hogar; pero las personas que viven aquí te aman —me agarra el cabello en una cola

—Es que no sé quién soy, no sé nada de las personas que me abandonaron cómo un animal, además ¿Quién me puso Marily? —resbalan esas lágrimas que tanto odio derramar.

Me mira y duda un poco, se levanta y camina por la habitación, buscando una respuesta en su mente, tal vez ella sabe más de lo que me hicieron creer todo este tiempo.

—Cuando regreses del trabajo hablaremos sobre el tema —me mira y se va dejándome sola.

No puede solo irse y dejarme llena de dudas, no puedo soportar más; mi vida está llena de malos tratos y secretos, ya no quiero más, quiero que esto paré, quiero saber quiénes son mis padres y por qué me dejaron en este lugar.

Bajo y veo a los pequeños correr por toda la casa, sus ropas están desgastadas, pero al menos la comida no les falta, busco a Anabell por toda la casa y no la encuentro, entró a la cocina y tomó un pedazo de pan y un poco de leche, muerdo el primer bocado y miro el reloj, tengo veinte minutos para llegar a mi trabajo, si no me van a despedir, eso me lo dejaron bien en claro.

Salgo de la casa sin despedirme de nadie y corro a la parada del autobús, no puedo llegar tarde, no puedo darme el lujo de perder un sueldo, que no es tanto pero es lo necesario para ayudar a Anabell... Se detiene el autobús y subo rápido, pago y me paro a un lado de la puerta, está tan lleno, que en el aire solo se puede oler el sudor de las personas.

Llego al trabajo y todos me miran mal, camino mirando al suelo, sin saludar a nadie; la última vez que saludé a alguien me tiró el café encima, alegando que fue un accidente. Entro al cuarto que es mi oficina y sacó copias de los papeles que llenan mi escritorio, estudiar un secretariado y saber tres idiomas no me sirve de nada, ellos quieren a alguien con más capacidad, sí, con más busto, con más cuerpo y con más belleza y con una capacidad de irse a la cama del jefe, seré fea y poco agraciada, pero no una cualquiera que va de cama en cama y que solo así puede obtener un puesto de trabajo.

—Fea, necesitan que prepares el café a la mamá del jefe y a dejado claro que seas tú quien se lo lleve, así que mueve ese cuerpo obeso y ponte a trabajar —sonríe con burla.

Es que estar trabajando en un lugar lleno de animales, es agotador, todos me insultan y me humillan y creen que por que no les respondo soy idiota, pero no lo hago para no estar a su nivel, porque si me enojo, las cosas se van a poner peor, así que mejor me quedo callada y me ahorro mis comentarios.

Termino de sacar las copias y voy a preparar el café de la señora Evans, es una mujer muy amable a pesar de ser una mujer millonaria e influyente, es tan buena al igual que su hija, pero su hijo, mi jefe, es una cosa que ves y que es hermoso a la vista, incluso yo e tenido sueños con él, pero él es una estrella que no puedo alcanzar, un ser que jamás se fijaría en mí, además su belleza solo es por fuera, por que por dentro es un amargado, egocéntrico y voluble, se cree el amo y señor de todos.

Tomo el café y voy a la sala de juntas, la señora Evans me ve y sonríe feliz, deja su café en la mesa, se levanta y me abraza.

—Marily, querida cada día estás más delgada, te falta comer —besa mi mejilla y se sienta

—Es que usted es tan buena conmigo que cree eso, pero sigo estando igual de gorda que la última vez —aliso mi falda para quitar las arrugas que no tiene

—No digas tonterías, estás hermosa y con un cuerpo muy envidiable, no sé por qué mi hijo no puede fijarse en alguien cómo tú, eres linda, amable y muy educada —toma su café.

"Porque su hijo busca tener una belleza superficial momentánea y no una permanente, él busca a alguien que ame su billetera, no su corazón".

—Que cosas dice señora Evans, su hijo jamás se fijaría en alguien cómo yo. Con permiso tengo que seguir trabajando —sonrío y me alejo

—Marily, eres especial, y si mi hijo o cualquier hombre no lo ve, serán unos completos idiotas, vales más que todas esas cazafortunas con las que sale mi hijo —me cierra un ojo y toma su café.

Tal vez ella pueda ver mi belleza, esa que vive dentro de mí y que nadie ve.

Regreso a sacar copias "Quiero que este día acabe y lo peor es que acaba de empezar" lo bueno es que cuando llegue la hora de la comida podré salir de esta habitación de cuatro paredes, una habitación en la que me pierdo, en la que solo soy un mueble más.

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora