Capítulo 39

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A pesar de que no estuvo completamente consciente mientras sucedía esa atrocidad, hay pequeños recuerdos que se colaron en su mente y que por desgracia la hirieron. Confío en quien no debía y le costó tan caro su rabieta.

—Después de ese día, yo jamás volví a ser la misma. Cambié y me esforcé lo mejor que pude en intentar borrar todo eso de mí... Pero no pude y entendí que en esta vida siempre hay que hacer sacrificios —suspira

—Penélope, lamento lo que te sucedió, viviste la experiencia más cruel que nadie nunca debería vivir —puedo llegar a entenderla, pero no completamente.

Supongo que ella encontró como hacerse sentir mejor, todos llevamos las cosas como mejor podemos hacerlo.

—Debiste denunciar a ese persona, demostró que nunca fue tu amigo en realidad —niega con la cabeza repetidas veces

—No pude... Él, él es el hijo de la cuñada de mi padre, no podía quitarle su felicidad... No pude Marily, su madre me culpó y yo acepté ese castigo, pero no tenía porqué llevar a mi padre conmigo —sus ojos rojos me miran con pesar.

Decidió cargar con todo ella sola, solo para no quitarle la felicidad a su padre. Tal vez también una parte de ella creyó que su padre no la apoyaría.

—Ahora entiendo tu actuar y si antes no te juzgue, ahora menos lo haré

—Puedo mantener las cosas tranquilas, siempre y cuando tenga todo bajo control... Pero hay días en que ellos hacen lo que quieren conmigo. El que tú me abrazaras sin saberlo, me sorprendió y actué tan bruscamente para defenderme... Discúlpame por eso, de hecho he pensado que lo mejor es que me vaya...

—De ninguna manera, tú te quedarás conmigo... Podemos superarlo juntas, te apoyare en todo

—Sé que necesito ayuda y la manera en la que me protegí todo este tiempo no fue la adecuada... Pero no quiero llevarte conmigo —toma mi mano entre las suyas.

Entiendo lo que me dice, entiendo que hizo lo necesario para repetirse que estar con alguien es su decisión, pero seguir sola solo hará que siga buscando consuelo en donde no debe y menos ahora que esta enamorada.

—¿Qué vas a hacer con Alexander? —levanta su rostro y un hermosos brillo aparece en medio de esa niebla de dolor que hay

—Ayer me quedé con él y por primera vez pude dormir toda una noche sin tener pesadillas... Al despertar y darme cuenta, corrí lejos... Él se merece a alguien mejor, alguien que no esté llena de demonios

—¿No crees que eso es bueno? Él podría ayudarte a superar esto y...

—Necesito tiempo y es mejor que me aleje de él... Gracias por escucharme y por no juzgarme, pero sigo con la idea de irme...

—No te vas a ir, te vas a quedar aquí y fin de la discusión —asiente sin decir nada mas.

Nos quedamos en silencio, cada una pensando en sus propios problemas, en sus demonios que están al acecho. ¿Cuánto dolor puede soportar una persona? Y no me refiero al físico, de ese no podemos soportar tanto, pero el emocional, el que no se puede ver pero que nos desgarra...

—¡Abre la maldita puerta! ¡Sé que estás ahí! —nos levantamos asustadas.

Golpean la puerta una vez más y parece que la han tirado, corremos a la sala y vemos que la puerta sigue en pie. Que bestia.

—¿Quién es? —susurro

—Alexander —apenas logra decir.

Se ve tan nerviosa y ansiosa por la situación, suspira una vez más y se compone todo lo que puede ¿Por qué está tan molesto?.

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora