THEO EVANS
Escuchar su fuerte confesión me a desarmado por completo, yo solo quería hacerle ver en lo que se a convertido; sin darme cuenta que soy yo quién la está haciendo tan desgraciada, soy un egoísta, prefiero causar dolor a los demás antes de que ellos me lo causen a mí.
Verla beber de esa manera sin límites y solo para apaciguar el dolor que le e causado hace que me sienta una porquería de ser humano, soy un maldito idiota; le dije solo palabras que sabía que la iban a lastimar sin importarme nada, quería hacerla sufrir sin ninguna razón lógica, ella no es la causante de mi desgracia, pero no puedo, no quiero, me rehusó a amar de nuevo. La vida me demostró que amar no trae nada bueno, solo desgracia y dolor.
—Señor, ya a bebido lo suficiente, vayamos a casa —dice César quitándome la botella
—Soy un maldito desgraciado, debí morir Cesar ¿Cómo puedes estar cerca de mí? —me levanto con dificultad.
Beber siempre me hace bien, amo tomar vino, pero embriagarse con whisky es mejor; miro a César que sonríe por mi pregunta, solo él me aguanta cuando bebo de esta manera, tenía tiempo sin hacerlo, podía controlarme, pero Marily, ella hace que la piel se me caliente con solo su mirada, hace que mi corazón vaya locamente rápido, me hace sentir sentimientos que quiero olvidar. Pensé que un matrimonio arreglado era mi solución, pero ya veo que no es así.
—Señor Evans, usted sabe que lo estimo mucho y si usted hubiera muerto ese día, no solo sería desdichado, si no toda su familia... No piense así y mejor dele una oportunidad —me ayuda a entrar al auto
—No —cierro la puerta y me pongo el cinturón.
¿Darle la oportunidad de hacerme sufrir de nuevo? Jamás, conmigo nunca a sonreído cómo lo hizo con él, aún tengo el sabor amargo en mi boca del momento en que la vi irse con él, cenar en el mismo lugar donde yo la lleve, ir al cine con él y no conmigo; pero solo yo tengo la culpa al pensar en tratarla bien y crear una relación para llevar nuestro matrimonio falso.
—Señor...
—Por favor César, odio que me llames Señor —interrumpo irritado.
Estoy harto de escucharlo decir señor.
—Theo, sé lo que viste ese día y déjame decirte que fue tú culpa, si no la hubieras tratado así; no habrías tenido que mandarle flores para disculparte. Tú pudiste haber sido el que la llevara a cenar, al cine, hubieras podido darle una noche inolvidable... Pero decidiste ser un estúpido —lo miro sorprendido, jamás me había hablado así
—César, yo le hable en la tarde y le dije que iba a pasar por ella...
—No, tú le ordenaste, te conozco desde que eras un joven... Sé cómo eres y te puedo decir que si sigues cómo vas, no vas a lograr nada —llegamos a casa y se estaciona frente a la entrada.
Me bajo con dificultad y observo la inmensidad de la mansión. Tan grande para una sola persona, pero es lo único que me acerca a mi padre, él dijo que cuando encontrará a la indicada creara mi familia en esta casa, y cuando creí encontrarla ella simplemente...
Mi alma ya no puede repararse, no puedo, ya no sirvo para amar, estoy demasiado roto.
Entramos a la casa y camino a la sala agarrándome de las paredes, no puedo regresar a mi apartamento, ya no me pertenece, ahora es de ella; cada rincón de el tiene su olor, su presencia y cada vez que entro es cómo si me exigiera tenerla de regreso y eso no tiene que pasar, las cuatro paredes de mi habitación son testigos de lo que ocurrió esa noche... He hecho todo lo posible para olvidar, para sacarlo de mi mente, pero no puedo, al cerrar los ojos puede sentir su suave piel, puedo recordar su olor, su sonrisa, sus ojos donde solo vi miedo y decisión, esa noche en donde el silencio nos estaba ahogando, hasta que de sus exquisitos labios salió...
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AMOR © (Tú, simplemente).
RomanceDos almas tomadas presas del destino, con todo y nada en común, pero incluso los opuestos se atraen, de tal manera que hasta el destino sucumbe ante tanta fuerza. Al destino le encanta jugar y ver cómo luchamos contra lo inevitable, solo esperemos q...