Capítulo 2

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—Marily, arriba, llegarás tarde —susurran en mi oído.

"¿Tarde? ¿A que llego tarde?... Mi trabajo, no puede ser".

Me levanto de golpe y sin querer golpeó la cabeza de Anabell con la mía, que mala suerte tengo, hoy me corren.

—Lo siento Ana, me voy a apurar y hoy sí hablaremos sobre el tema —me levanto de la cama y corro al baño.

Abro la llave y entro sin fijarme que tan fría puede estar el agua, me ducho rápido y salgo, me seco donde me siento mojado y me visto sin fijarme la ropa que tomo, peino mi cabello cómo puedo y cómo esta mojado decido dejarlo suelto y que se seque con el viento, y justo hoy que hay una junta importante y tengo que tener las copias listas con los cafés, cómo odio desvelarme tanto, todo por leer uno de esos estúpido libros románticos que encuentro en internet.

Bajo y me despido de Anabell con la mano, hoy no tengo tiempo de desayunar, corro y justo cuando llegó el autobús se va, le grito y no se detiene. Es que hoy no es mi día, busco en mi cartera cuanto suelto tengo, lo justo para mi comida, no tengo opción, hoy no comeré, paró un taxi y le digo a dónde voy.

Llego y entro corriendo, levantó la vista y veo a todos que me ven, toco mi rostro y mi cabello, tal vez, estoy despeinada o algo peor, entro al baño a ver que tan grave es mi fealdad...

—¡No puede ser! —grito.

¿Cómo no me di cuenta de la ropa que tomé? Voy a matar a Anabell cuando la tenga frente a mí, sabe que odio vestir así, me siento extraña y fuera de lugar, es que más rojo no, me veo de lado, es que esto no combina.

—Me gusta tu ropa, deberías vestirte más así, tal vez así ya no causes vergüenza ajena —escucho su horrible voz

—No estoy para juegos, esto lo tomé por equivocación —la miro por el espejo.

Ella se ve perfecta con todo lo que se pone, es guapa, alta, rubia y con clase, pero no le sirve su pequeño cerebro.

—Tal vez, deberías meter la blusa roja por dentro de tu falda, el negro es un buen color, y maquíllate un poco, tus pecas son horribles —saca un neceser de su gran bolso caro.

Hago lo que me dice sin rechistar, tal vez, no es tan mala cómo creí y tiene un lado bueno en el fondo, pero muy en el fondo... Se acerca a mi y me pone polvo en el rostro, me maquilla sin mi autorización, me alejo un poco, no puedo confiar en ella, que tal si me maquilla cómo un payaso, o peor a un cómo una...

—Tranquila, tal vez si te arreglaras un poco, tuvieras citas y amigas; siempre estás sola y no hablas con nadie —me pinta los labios

—Ustedes no me la ponen fácil, me tratan mal y me humillan, ¿Para que juntarse con personas así? Yo no le veo el caso —me quito un poco de maquillaje de mi rostro

—A veces simplemente no sé por que hago las cosas, espero y puedas disculparme, ahora mueve tu grasiento trasero y ponte a trabajar —sonríe feliz al verme.

Hable antes de tiempo, su lado bueno vive bajo grandes cajas de maldad.

—Gracias Penélope, aunque después de hoy no nos hablemos más —tomo mi bolso y camino a la puerta

—Todos hacemos sacrificios para tener una vida mejor, entenderás cuando te toque a ti hacer tu propio sacrificio para tener una vida mejor de la que llevas —me mira y luego se pierde en la nada de sus pensamientos.

Por primera vez en un año puedo ver a la verdadera Penélope, tan frágil y transparente, está pagando el sacrificio de tener la vida que lleva, pero a un precio muy alto.

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora