Siento la fuerte punzada atravesar mi cabeza, me muevo lastimada y el frío provoca escalofríos en mi cuerpo; giro la cabeza y la claridad me obliga a abrirlo, ya amaneció. Intento levantarme, pero el dolor de cabeza se siente con más fuerza ¡Dios, cómo duele! Con pesar me siento y sujeto mi cabeza, mis rostro se siente extraño, recorro mi rostro y siento las marcas de las lágrimas derramadas.
—Por fin despiertas ¿Cómo estás? —con dificultad abro los ojos.
La luz me lastima y los cierro de nuevo, esperando que se hayan acostumbrado a la claridad de la habitación; los abro de nuevo y por fin veo todo con normalidad, solo que ésta no es mi habitación, de hecho no se parece a ninguna habitación de la casa ¿Dónde estamos? Miro a Theo abrigado por el frío que se siente, incluso alcanzo a ver el doble suéter que trae.
—¿Dónde estamos? —miro mi atuendo y noto que visto igual.
Siento los calcetines que llevo puesto y la pesadez de los abrigos que traigo puestos, y aún así el frío lo sigo sintiendo.
—En Alaska, no lo recuerdas por que bebiste mucho anoche y pensé que podríamos usar eso para evitar la luna de miel, pero Anabell no permitió que nos quedáramos —se acerca a la cómoda y regresa a la cama, en su manos trae una taza.
Debí haber terminado muy ebria, pude haber dicho muchas cosas, que vergüenza.
—Debí ser muy imprudente, discúlpame por hacerte para un momento tan desagradable y vergonzoso...
—Entendemos el momento que estás viviendo y ya descubriste lo que puede hacer el alcohol; no pienses en cosas que no sucedieron, deberías comer —con cuidado tomo la taza y regresa a la cómoda
Deja la bandeja sobre la cama y se sienta a mi lado. Comemos en silencio y de vez en cuando noto que Theo me observa, debe de hacerse tantas preguntas, pero no se atreve a preguntarlas.
—¿Te gustaría salir? —dejo la taza sobre la bandeja y él la quita de la cama
—Hace frío, deberíamos descansar —me cuesto dándole la espalda.
No tengo ganas de levantarme, poco a poco los recuerdos de anoche se arremolinan en mi menta.
—Podríamos dar un recorrido en las motos de nieve, me dijeron que a esta hora...
—¿De verdad tenemos motos para nieve? —me siento de golpe, sus ojos sorprendidos me miran
—Sí —la alegría se empaña por la tristeza.
—Acompáñame solo por un rato —miro la puerta.
Se trata de nuestra luna de miel, aunque sea de mentira podría intentar recargar fuerza para cuando regrese con Anabell; con la mente despejada podría hacerla pasar buenos momentos.
—Vamos —sonríe y gusto se levanta, deja frete a mí un par de guantes y un suéter.
—Úsalo, sino, morirás de frío —hago lo que me dice y sale de la habitación.
Me pongo las botas que hay a lado de mi cama y lo sigo. La sala es pequeña, sus paredes de grandes piedras, la chimenea situada en medio de la sala se ve impresionante, la cocina también se ve amplia y hogareña. No pensé que Theo podría tener gustos sencillos, su mansión desborda lujo.
Coloca un gorro sobre mi cabeza y una bufanda alrededor de mi cuello, concentrado me abriga; su rostro se ve cansado y su mirada solo muestra lo frágil que se encuentra. Debe de estarla pasando mal, él también perdió un padre. Tal vez por eso me mima, por que es así como me siento ahora.
—Estamos listos para salir —acomoda mi gorro.
Agarro su mano y me mira. Consolémonos mutuamente.
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AMOR © (Tú, simplemente).
RomanceDos almas tomadas presas del destino, con todo y nada en común, pero incluso los opuestos se atraen, de tal manera que hasta el destino sucumbe ante tanta fuerza. Al destino le encanta jugar y ver cómo luchamos contra lo inevitable, solo esperemos q...