Capítulo 19

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No puedo creer que me deje llevar tan fácilmente por el encanto de sus labios, se supone que debo de mantener distancia y aquí estoy, cayendo como una boba... Soy tan masoquista.

Miró a Theo nerviosa por su reacción a mi osadía de querer tenerlo más cerca, pero él solo sonríe satisfecho, por fin puedo volver a ver ese Theo divertido, que casi nunca sale.

—Entremos —me tomó de la mano y me lleva a la entrada del edificio.

Veo a Neitha salir con unas cajas en su manos y lo saludo con la mano.

—Hola... —saludo y me detengo a su lado

—Hola —responde sin siquiera detenerse.

Eso fue extraño, no es común que él se comporte así, tal vez lleva prisa...

—¿Quieres que veamos películas o algo? —pregunta inseguro.

Lo miro extrañada, ya que Theo no suele preguntarme qué quiero y menos con la poca seguridad que acaban de tener sus palabras...

—Estás preguntándome —cubro mi boca con la mano

—¿Eso es muy raro?... No soy tan malo cómo crees —toca su pecho ofendido

—No es propio de ti, pero me gusta... Y claro que podemos pasar tiempo juntos...

—Ya olvídalo, veo que te gusta que te ordene, deberías de tener cuidado, puedo ordenarte a hacer algo no muy grato para ti —sonríe pícaro.

¡Por Dios! Me encanta ver este lado de él, me gustan todas sus facetas hasta cuando está furioso.

Al entrar al departamento guarda las llaves en el bolsillo de su pantalón y se quita el saco, espera a que entre y cierra la puerta. Él sigue su camino hasta la cocina y yo voy a mi habitación, necesito algo más cómodo y quitarme estas zapatillas.

Me lavo la cara apenas entro al baño y me quito el maquillaje, me pongo una de las tantas pijamas que tengo, color negro y me quito los pendientes; regreso con Theo y lo veo mirando por la venta, se a arremangado las mangas de su camisa y sin darse cuenta de mi presencia sigue bebiendo su copa de vino.

—¿No te cansas de beber vino? —pregunto

—No, me gusta mucho el sabor que tiene, deberías de beber más vino —voltea y puedo ver que se a abierto dos botones de su camisa

—Lo tomaré en cuenta, solo que no entiendo ¿Quién te enseñó o de quien lo aprendiste? —saco la jarra de jugo y me sirvo un poco

—Fue mi padre, a él siempre le gustó su sabor y su aroma, siempre lo veía con una copa de vino en su mano... Al parecer lo heredé de él —deja de verme y se pierde en un recuerdo

—¿Qué le pasó a tu padre? —me mira y sonríe triste

—Murió cuando tenía dieciocho años, fue un accidente, iba conduciendo a mitad del invierno y había mucha nieve y no pudo frenar —dice tranquilo

—Lo siento tanto, no debí preguntar —guardo la jarra de nuevo

—¿Y qué hay de ti? ¿Cuál es tu historia? —toma otro sorbo de su copa y me ve.

¿Mi vida? no hay mucho que decir, y lo vas importante ya lo sabe y lo único que recuerdo es que fue una completa tortura, un constante dolor que estaba empezando a hundirme en ese mar de agonía y sufrimiento.

—No hay mucho que contar, lo más importante ya lo sabes, soy huérfana, mis padres no me amaron lo suficiente y me abandonaron peor que a un animal y desde entonces la madre de Anabell y ella se hicieron cargo de mí —digo sin prestar atención

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora