Capítulo 54

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Cómo todo inició tiene su final, así llego el día de volver a casa; tenía miedo de regresar y que nuestras relación volviera a ser distante, pero algo había cambiado en él, incluso podía sentir que algo dentro de mí se había encendido.

Nuestros días son rutinarios, por más que me esfuerce en hacerlos diferentes, termino perdiendo contra la tristeza. Llevamos un mes así, ambos cuidando de Anabell, haciendo valer cada minuto con ella, pero su estado empeora considerablemente y verla así me hace querer llorar sin detenerme. Hemos ido a parar a urgencias, pero nos dijeron que no sirve de nada tener que ir, dado su estado solo es cuestión de tiempo para que llegue a termino su vida y aunque puedo pensarlo con claridad, a veces me vuelvo irracional.

Duermo con ella temerosa de que se vaya y no pueda despedirme, la observo dormir y me repito que debo de ser fuerte, pero mientras todos duermen, me permito llorar en silencio, sacar todo lo que guardo.

—Ya esta lista la comida —dejo de ver a Ana y veo a Theo dejar la bandeja sobre la mesa.

No solo yo la estoy pasando mal, Theo hace todo lo posible por ayudarme y mantenerme entretenida, pero su aspecto deja mucho que desear, su barba a crecido y sus ojeras pronuncias dejan al descubierto las noche en vela que pasa.

—Gracias —me siento y veo la abundante comida que trajo

—¿Cómo está? —se sienta frente a mí, perdido en el cuerpo de Anabell que duerme

—Bien—solo eso puedo responder.

Cómo todos los días, viene a traerme la comida; se cerciora que coma y regresa a su estudio a trabajar, así de aburrida es nuestra vida. Dejo los platos sobre la bandeja y me recuesto a lado de Anabell, no importa cuanto me esfuerce, nunca puedo terminar la porción completa.

—Marily... —su voz apenas es audible —Quiero que cuándo descubras la verdad, no me odies; por mucho tiempo intente recuperar lo que había perdido, pero mi debilidad me impidió lograrlo —juego con su cabello

—Jamás lo haría —su débil sonrisa hiela mi sangre.

Por alguna extraña razón mi corazón se agita y mi sentir se altera.

—Yo siempre voy amarte —una solitaria lágrima resbala por su mejilla

—Y yo a ti —cierra los ojos cansada.

La observo temerosa y por impulso me levanto, la toco y su cuerpo parece no tener vida; niego repetidas veces y la levanto, es ahí cuando su cabeza cuelga en mis brazos.

—No puede ser, no puede ser —la abrazo con fuerza y no siento su corazón latir —¡Nooo! —mi corazón ruge herido —¡No! ¡No! —las lágrimas se vuelven un río que fluye agonizando.

Las lágrimas me impiden ver y mi corazón herido solo puede gritar de dolor, ese dolor que esta paralizando todo mi cuerpo...

—Marily ¿Qué sucede? —me acuno sin soltarla.

No, no puedo perderla así, no tuve suficiente tiempo para demostrarle lo mucho que la amaba; el tiempo solo fue un suspiro que se escapo con el aire matutino, entre el frío y un amanecer cómo testigo.

Las lágrimas son testigo del dolor que me consume, tan lento y tortuoso; no tuve el tiempos suficiente y ahora se fue y jamás la volveré a ver ¿Cómo podré con todo este dolor? No importa lo mucho que me prepare y las tantas veces que me repite que podría seguir adelante, nada significa en este momento, solo ahora que soy consciente de su partida, entiendo que no olvidaré este momento.

—Marily —me toca del hombro, pero soy incapaz de soltarla —Tienes que dejarla, es momento de que recojan su cuerpo —al escucharlo solo puedo agarrarla con más fuerza

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora