Capítulo 7

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Solo soy un trato, soy una estúpida e ingenua que pensó que alguien cómo él podía sentir algo por mí, algo que no fuera solo repulsión, pero me equivoque, él no me ve cómo pensé.

—¿Y si no acepto? —mis manos tiemblan mientras me trago mi dolor

—Destruiré ese orfanato y todos esos niños serán transferidos y las personas que trabajaban ahí quedarán en la calle y usted estará sin hogar y sin trabajo, por esa sencilla razón usted aceptara —abre la carpeta y saca tres hojas

—No tengo opción —tomó los papeles y una traicionera lágrima resbala por mi mejilla

—Todos en este mundo siempre tienen una opción, pero yo he agotado todos sus recursos —se pone serio y deja de mirarme.

Los firmó sin importar nada, no lo hago por mí, lo hago por ellos; el dinero que me va a dar va a servir para algo, hacer de ese orfanato un lugar mejor. Le he vendido mi alma y con ella mi felicidad.

Me da el documento que acabamos de firmar, acompañada de una copia, las guardo en mi bolso sin verlas, lo veo y sigue comiendo en silencio, come tan a gusto, mientras yo solo siento un nudo que me impide tragar, me levanto sin decir nada y voy al baño. Me apresuro a entrar y cierro la puerta, me resbaló por ella hasta el piso, cubro mi rostro con mis manos y las lágrimas por fin salen sin vergüenza. Lo que hago no esta bien, no debí firmar y vender mi vida como si no tuviera valor, debí buscar otra opción y rechazarlo, pero no, tuve que hacer lo que los demás quieren sin importar lo que yo quiero, soy una tonta que anda en este mundo por que no a tenido el coraje necesario de acabar con su vida, solo que no quiero morir, no aún.

No sé cuánto llevo aquí tirada en el suelo, solo sé que no han dejado de golpear la puerta y pedir permiso para entrar, no cuento con fuerzas para levantarme y continuar adelante con esta vida que llevo... La puerta se abre y por ella entra el señor todopoderoso, mi dueño.

—Levántese, hay gente esperando para entrar y usted solo está montando una escena —me levanta de un jalón molesto

—No puedo señor Evans, estoy cansada —veo cómo sus ojos quisieran matarme

—Deja de llamarme señor Evans, ahora soy tu novio y por lo tanto me llamas Theo, no sé de donde tengas que sacar las fuerzas, pero sales de aquí ya, y te disculpas por tu niñería —me empuja haciéndome chocar con la pared

—Sí... Theo —me recargo del lavamanos y mojo mi nuca.

Camino a la puerta y Theo me toma por el brazo y me ayuda a salir, una ayuda que no necesito, las mujeres me ven molesta y yo solo agacho la cabeza; es que ellas no saben por lo que estoy pasando.

Salimos del restaurante y el chófer ya espera por nosotros, entro sin la ayuda de Theo y me siento mientras él mira unas cosas en su móvil.

—Mañana a las diez, pasará el chófer por ti y te llevara con Miranda, ella ya sabe lo que tiene que hacer, tú solo haz lo que ella te diga ¿Quedo claro?.

Asiento mirando por la ventana ¿Así será mi vida de ahora en adelante? ¿Seguiré sus órdenes sin derecho a opinar? No será difícil, ya que casi nunca digo nada y solo hago lo que me dicen, por esa razón debió de fijarse en mí.

El auto se detiene frente a dos edificios y Theo se baja cerrando la puerta de un portazo, se detiene frente a la mía, la abre y me toma de la mano; nos lleva adentro y veo a un parte de mujeres muy bellas en recepción, ambas lo saludan con amabilidad y una muy visible emoción, Theo les sonríe y en ese momento son capaces de notar mi presencia, ambas ven nuestras manos entrelazadas y su molestia brilla en una sonrisa forzada. Entre ellas y yo no hay ni una sola comparación, es evidente eso e ir de la mano solo hará que Theo se llene de vergüenza y podría convertirse en la burla de los demás.

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora