Capítulo 46

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Hacía tantos años que no me sentía abandona y sola, siempre estuvo a mi lado para darme fortaleza e impulso para seguir adelante, para aguantar los desperfectos de mi vida, para soportar las cosas que no podía cambiar y hoy después de toda su compañía a decidido alejarse. Miro la decoración del salón, todo se ve muy bello y elegante; el bello rosal esta cubierto por pequeñas luces acompañadas por discretas decoraciones blancas... Todo esta listo para mi boda, todos mis sueños que deseche, están aquí, excepto por uno... Anabell sigue evitándome, no he logrado hablar con ella y aunque voy a diario a buscarla nunca logro encontrarla; no sé que debería hacer para traerla de vuelta, tal vez si me sucediera algo, ella estaría dispuesta a volver, pero no soy capaz de hacerme algo, así que solo me queda seguir insistiendo hasta encontrarla.

—Puede pasar, señorita —miro el interruptor y se escucha como la reja se va abriendo.

Mi casa ya no se ve cómo mi casa, ya no siento la calidez en la que crecí.

Me estaciono frente a la entrada y la puerta principal se abre, pero lejos de ver a Anabell, solo veo a Laura salir ¿Dónde estás Anabell? Bajo de la camioneta y el rostro preocupado de Laura me provoca una punzada de desconfianza.

—Bienvenida Marily —me sonríe amablemente

—Laura... ¿Dónde está Anabell? —agacha la cabeza

—Romperé mi promesa, para decirte dónde está —levanta la cabeza y su rostro ya se encuentra manchado por sus lágrimas.

¿Qué sucede?.

—Hace un tiempo conocí a Anabell, pero hace unos meses me contacto para decirme que vendería el orfanato, sabía mi interés sobre este lugar, así que acepte de inmediato y cumplí con todas sus condiciones... 

—¿Qué estas diciendo? Anabell ama este lugar, ella jamás podría venderlo —asiente.

Lo que dice no es lo que Anabelle haría, su corazón es tan puro que el solo hecho de deshacerse de los niños se le rompería...

—Ha ce una semana la visite y note que no estaba bien, así que te lo digo ahora porque sé que tú eres las persona a la que ama —las lágrimas no cesan y sus palabras solo sirven para avivar mi desesperación

—Dime de una vez ¿Dónde está? —asiente y noto cómo traga con dificultad

—Está en el hospital de Buffalo —cubre su boca para callar su llanto.

¿Qué? ¿En un hospital? ¿Por qué? Al aire se escapa con fuerza de mis pulmones, mis manos sudan y todo a mi alrededor se oscurece; ella no puedo... Yo no puedo perderla.

—Respira por favor —me toca el hombro. No, no puedo, ella no puede... —Te ayudaré a ponerte en pie, toma mi mano —la miro desconcertada ¿De pie?.

Veo mis manos sucias por la tierra, por fin noto que estoy de rodillas, puedo sentir el ardor y el dolor de mis rodillas, pero no me importa solo me importa estar a su lado... Me levanto con su ayuda, pero la suelto y voy directo a la camioneta, debo de estar a su lado, debe de sentirse muy sola... Las lágrimas me impiden ver con claridad...

—Marily, no estás en condiciones de manejar... —ignoro sus palabras y subo rápido a la camioneta, debo de llegar, debo de estar allí —¡Marily! —la enciendo y acelero todo lo que puedo.

Perdóname Ana, perdóname por abandonarte...


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Llego hasta el hospital y dejo la camioneta en la entrada, con todas las mirada encima corro hasta la recepción. 

—Estoy buscando a Anabell...

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora