Llegar fue fácil, pero ahora que me encuentro frente a su departamento, se me hace imposible tocar su puerta; no dejo de ver el número de su departamento (5 - A) Sabía que sería una tontería, pero... Mejor me voy y me evito pasar un momento bochornoso... Antes de darme cuenta, toco la puerta dos veces, toco de nuevo pero no hay respuesta ¿Habrá salido? Después los pasos se oyen suavemente. Hay alguien en casa, eso es obvio.
—¿Quién es? —dudosa su voz suena cómo eco
—Estoy buscando a John ¿Puedo hablar un momento con él? —me recargo de la puerta, esperando escuchar la voz de él
—No, vuelva otro día es probable que llegue muy tarde —suenan sus pasos alejándose
—Me urge hablar con él, puedo esperarlo —insisto
—Ya le dije que no está, váyase de una vez —golpea la puerta y retrocedo.
Su actitud me hace pensar que me esta mintiendo y si es así tarde o temprano saldrás. Golpeo la puerta sin cesar esperanzada a que saldrá; veo cómo los vecinos se asoman desde sus puertas, es notorio la molestia de escuchar mis desesperados golpes.
—Señorita, por favor deténgase, los vecinos queremos un momento de paz y tranquilidad; debería de tener más dignidad e irse al ser rechazada —volteo al escucharla
—Estoy casada y no pienso irme hasta que me reciba el dueño del departamento, así que puede regresar adentro y hacer de cuenta cómo si no estuviera aquí —toco de nuevo
—Que desfachatez tan grande, usted es una sin vergüenza; por personas cómo usted es que los matrimonios de ahora no duran, voy a llamar a la policía si no se va ahora mismo y me aseguraré de que no salga hoy, mi esposo es un oficial —su amenaza me hace reír .
Es lo único que me faltaba, lidiar con una persona sin sentido común y aparte amedrentadora, que se cubre del puesto que posee su esposo. Ignoro sus hirientes y errantes palabras y continúo tocando la puerta, se cansará de tenerme aquí...
—¿Qué no me escucho? ¡Lárguese de una buena vez!...
—Le aseguro que no quiere tener problemas conmigo, a diferencia de usted, mi esposo no es un simple oficial así que guárdese sus amenazas —digo al borde del colapso.
Mi paciencia esta llegando a su fin.
—Qué se puede esperar de una mujer cómo usted, carece de toda vergüenza y clase alguna; pero le aseguro que ni rogándole él volverá con usted, mujerzuela...
—Tengo clase y modales, pero por personas cómo usted hacen que haga el esfuerzo de guardar mi educación y tratarlas cómo se merecen, sale de su apartamento y me trata de mujerzuela cómo si supiera quién soy y no lo sabe, deje de pelear por cosas que no le incumben —indignada regresa a su departamento.
Sujeto mi cabeza agotada, no imaginé que terminaría discutiendo con una extraña...
—¡Ya basta! Me tienes harta —grita y la veo parada en la puerta —Pasa de una vez, si John se entera de que estoy creando problemas de nuevo, me echará —golpea la puerta y me deja sola.
Entro y la casa tiene escaza luz, las ventanas están cerras y el color oscuro de sus paredes solo lo hace ver espeluznante, a pesar de tener muebles tan bellos y una casa muy limpia y ordenada. Cierro la puerta dudando si es correcto que entre a un apartamento con una desconocida, todo pinta a un potencial escenario catastrófico. Insegura me siento en el mueble más cercano a la puerta; la joven mujer a desaparecido y el silencio hace que los pelos se me pongan de punta.
Nerviosa muevo mi pierna y muerdo mi uña, debo de estar loca o tener un serio problema en la cabeza; el móvil vibra de nuevo y lo aprieto sobre el abrigo, no quiero que nadie lo escuche. Pensé que su molestia le duraría todo el día y que me ignoraría, pero me equivoque, no deja de marcar, tendré qué... Me levanto y camino hasta la chimenea, sin creer lo que veo tomo la fotografía del pequeño niño de ojos azules, Anabell solía verse igual, lo sé porque el gran cuadro que decoraba la sala, era una fotografía de ella de pequeña.
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AMOR © (Tú, simplemente).
RomanceDos almas tomadas presas del destino, con todo y nada en común, pero incluso los opuestos se atraen, de tal manera que hasta el destino sucumbe ante tanta fuerza. Al destino le encanta jugar y ver cómo luchamos contra lo inevitable, solo esperemos q...