>> "A Keith, antiguo "punk".
02 de Enero de 2008.
Hola, Keith.
¿Me recuerdas? Adivina quién soy. Tal vez me recuerdes o me reconozcas después de leer esta carta. Te puedo decir que no soy Jeff, así que suspira de alivio y relájate por el momento, pero aprovecha, que no dudará mucho tiempo. Apuesto que al ver esta carta te espantaste, ya me imagino tu cara, ¡qué divertido!
No sabía que seguías vivo, ni que comenzabas a dejarle cartas a Jeff. Si tu pregunta es qué si leí la carta, tu respuesta será un sí. Pero no te preocupes, que la he dejado casi intacta, tuve mucho cuidado al abrirla, y la dejé donde mismo, lugar exacto donde también encontraste esta carta, ¿verdad?
Debo decirte que tienes suerte que haya sido yo quien la leyó, y no Jeff, porque para este punto, tú estarías muerto. ¿Sabes que una vez que él sepa que estás vivo, tú estarás muerto? Él no descansará hasta vengarse de TODOS los que le ARRUINARON SU VIDA Y SU ROSTRO. ¿Sabías eso? Creo que sí.
Pero por ahora puedes estar tranquilo, Jeff no está aquí, él se fue. Aunque te aseguro algo: todos, sin excepción, tenemos la necesidad de regresar al lugar que fue nuestro verdadero hogar, a nuestro lugar de origen. Así que te recomiendo que aproveches este tiempo para escribir hasta que tu maldita mano matona se canse...
Aunque, sé que llamarte "punk" está de más, tu letra y la forma tan ordenada en la que estaba la carta me dice que has cambiado mucho, demasiado, a decir verdad. Esto me hace reír, recapacitaste hasta que perdiste a tus amigos y familia, ¿cierto? Tonto. Ciego. Estúpido. Debiste de reaccionar antes de hacer lo que le hiciste a Jeff, pero el pasado es el pasado y no puede ser cambiado.
Espero que en tus sueños tu pasado y tus hechos te atormenten, porque es lo que realmente necesitas y mereces. Me alegro de que Randy y Troy estén muertos, pero sólo faltas tú. Descuida, te dejaré en paz, si alguien tiene el derecho de matarte es el mismísimo "Jeff el Asesino", yo no tengo ningún derecho de acabar con tu vida, él es el que se merece tomar tu última gota de sangre y tu último aliento de vida. Supongo que entonces estamos en las mismas, ¿no? Porque yo soy quien tiene el derecho de terminar con la vida de Jeff, ¡SOLO YO Y NADIE MÁS! ¿Queda claro?
Un consejo antes de despedirme... No vayas a dormir Keith, porque nunca más despertarás. Ten un gélido día, y espero que pronto los pecados de tu pasado te alcancen en tu futuro. Adiós, tal vez.
Firmado: Jane la Asesina." <<
La carta en mis manos tiembla, tiembla gracias a que yo tiemblo. Mis ojos sólo pueden ver la carta, la blanca carta que encontré al lado de mi carta a Jeff en aquella habitación, una carta dirigida a mí, con mi nombre en el sobre blanco. No la leí hasta regresar a mi apartamento, claramente no me arriesgaría.
Al principio pensé que se trataba de una respuesta de Jeff, pero estuve totalmente equivocado. Es posible que la persona que entró en esa casa aquel día, sea esta tal "Jane la Asesina", la misma responsable de la carta. La vida me ha dado una nueva oportunidad de vivir, más tiempo de seguir respirando.
– ¿Quién es Jane? –me pregunto por tercera vez.
Este nombre se me hace familiar, pero no recuerdo en dónde lo escuché. Unas gotas de sudor corren por mi frente y tengo que limpiarlas, juro que puedo escuchar los fuertes latidos de mi corazón, y para acabarla los vellos de mi piel están erizados. Suspiro y me recargo en el sofá, miro hacia la ventana de la sala. La noche sigue presente con ese oscuro cielo lleno de estrellas brillantes y pocas nubes, que curiosa es la vida.
Parece tan contradictorio, yo siento que el mundo se me acaba, que ya estoy muerto, totalmente solo y olvidado, justo en el filo de la muerte, y afuera de mi apartamento y de mi vida, la vida y la felicidad reinando. Personas en fiestas divirtiéndose, personas en sus hogares riendo, personas de la ciudad y del mundo bailando, llorando, gritando, sonriendo... Viviendo.
– ¿Realmente mi vida ha tenido sentido? –susurro depresivo acurrucándome en el sofá.
Dejo que la carta caiga de mis manos. Cada palabra que leí me aterró, cada frase, cada párrafo y expresión me hizo estremecer del miedo. Estoy seguro de que esta noche no dormiré, pero tengo que intentarlo. Suspiro y miro hacia el reloj colgado sobre la televisión apagada. Son las dos treinta y nueve de la mañana.
– Perfecto, la hora paranormal se acerca. –susurro disgustado.
Me obligo a levantarme del sofá. Cierro todas las ventanas como cada noche, apago las luces de la pequeña sala y me dirijo a mi habitación olvidándome de aquella carta tirada en el suelo. Mis pies descalzos sienten lo frío que está el vitropiso, lo que me incomoda.
Al llegar a mi recámara decido tomar un baño. Dicen que el agua puede relajarte, tal vez eso es lo que más necesito, despejarme, dejar de pensar. Entro en el baño de mi habitación y me desvisto. Al quitarme la camisa y verme en el espejo veo algunas de las cicatrices de mi pecho y espalda. Paso saliva. Resultados de hechos en mi pasado. Recuerdos y más recuerdos, ya tengo suficiente con mi vida. Si tan sólo pudiera comenzar de nuevo, tal vez todo estaría mejor.
– Deja de pensar en eso, Keith. –me susurro cansado.
Termino por desnudarme y entro a la ducha. De una sola giro todo el grifo del agua fría.
– ¡DIOS! –suelto al sentirla sobre mi espalda.
Jadeo estremeciéndome un poco y mis dientes castañean. Suspiro e imagino que estoy en alguna cascada, eso siempre ayuda, imaginar. Al poco rato estoy acostumbrado, el agua fría se ha convertido en una sensación muy cómoda, si que ayuda a relajarme.
Termino de bañarme y salgo de la ducha. Seco rápidamente mi cuerpo con una toalla y la amarro en mi cintura, con otra toalla más pequeña seco mi pelo medio largo y negro para después colocármela en el cuello. Salgo del baño con la ropa que usé hoy entre mis manos y la dejo en el cesto al lado de la puerta. Miro el reloj de mesa en la mesita de noche junto a la cama, son las tres en punto de la mañana.
– Diablos. –susurro alarmado.
Ahora que recuerdo hoy es jueves, por lo que tengo que levantarme a trabajar temprano. Abro rápidamente los cajones del ropero, saco un bóxer y mi pijama, la cual consta en sólo un pants para dormir pues duermo sin camisa. Me cambio, pongo el despertador y apago todas las luces. Me acuesto en mi cama matrimonial y suspiro. Espero esta vez dormir plácidamente.
Al poco rato caigo en el mundo de los sueños. Sin embargo, mi sueño tranquilo no dura mucho tiempo, pues nuevamente ese recuerdo viene a mí, recordándome que fallé y que soy culpable. Nunca seré libre realmente, ¿verdad?... Estoy condenado.
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INSANE DESICION ©
Mystery / ThrillerTenía miedo, mi mente estaba al borde de la locura, mi tortuoso pecado seguía precionando sobre mis hombros como una enorme piedra aplastándome. ¿Había alguna forma de que mi mente se callara por un momento? ¿Podía ser feliz en lo que me restaba de...