XXI. REALIDAD

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Dejo el mandil en el casillero y cierro con seguro. Ahora sigue la fase dos, tratar con borrachos. Doy media vuelta y salgo de la habitación de empleados. Como sea, ya estoy acostumbrado a todo esto.

Camino por el pasillo hasta el fondo y salgo por la blanca puerta para luego cerrarla tras mío, ahora estoy en la habitación para clientes. Observo a Mike, Aarón, Joseph y Fernando entrar por la puerta del bar, se dirigen hacia el despacho de Adam, es decir hacia mí.

¡Hey Keith! ¿Qué tal tu tarde? –me pregunta Joseph al verme.

Los otros jóvenes hombres me miran. Les sonrío gustoso mientras avanzo hacia la barra de bar frente a mí y les levanto mi pulgar.

Genial Joseph, ya era hora de que llegaran. –contesto en voz alta satisfecho.

Los cuatro jóvenes se ríen ligeramente. Llego junto a la barra al igual que ellos.

¿Hubo algún inconveniente? –pregunta Joseph.

Sí, un viejo con remordimientos. Empezó a gritar y a insultar. Entre Jace, Alex y yo tuvimos que sacarlo. –le contesto.

Se las apañan bien sin nosotros, ¿no? –me dice Aarón.

Sólo por el día.

Los chicos vuelven a reír. Joseph se me acerca y me aprieta el hombro.

Bueno Keith, nos vemos luego, que Adam nos regañara.

Sí, y suerte esta noche.

Joseph me giña el ojo y pasa por mi lado hacia aquella puerta blanca de la que salí, sus compañeros le siguen. Me les quedo viendo un momento observando lo grandes e imponentes que son algunos. Ellos son parte de la seguridad del local, guardias que vigilan la entrada y el interior, sacan a los ebrios problemáticos e impiden que haya un descontrol por parte de los clientes.

Tratar todo el rato con problemas ya ha de ser algo normal para ellos.

Volteo a ver hacia el interior de la barra y sonrió, es Kevin Harris, un chico cuatro años mayor que yo, y el barman de esta noche. Él es un chico de piel morena y pelo castaño muy corto, lo conozco por estar en la barra haciendo las bebidas. Me acerco a él y con los codos me recargo en la barra.

Se sienten muy importantes como siempre.

Kevin me sonríe y afirma con la cabeza. Deja de limpiar el vaso de vidrio con la toalla blanca y lo coloca sobre la repisa de cristal pegada al techo.

Supongamos que son los populares. Digo supongamos porque no lo son.

Me río ante su comentario y luego él se ríe conmigo. Sí, a veces a esos cuatro jóvenes hombres se les suben los sumos a la cabeza. La puerta se abre y volteo a ver. Mi sonrisa se desvanece al instante. No puedo creerlo.

Im-Imposible...

Pero así es. La chica se acerca a la barra y se recarga en ella con sus brazos.

Me da un Brandy... por favor.

Claro. –contesta gustoso Kevin.

Desvió la mirada a mis manos ahora hechas puños, trato de ocultarlas. No, no puede ser ella, esa chica. Hacía mucho tiempo que no la veía, pero la recuerdo como si el suceso hubiera ocurrido ayer.

El pasado es el pasado... pero siempre vuelve.

Nos vemos, Kevin. –suelto tenso.

INSANE DESICION ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora