XVIII. REALIDAD

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Una delgada mujer me da la espalda en medio de la oscuridad de la calle.

Una mujer vestida por completo de negro, hermosos risos caen por su espalda. Sin embargo algo me inquieta de ella, siento desconfianza. Ella está lejos, pero siento como si estuviera justo frente a mí.

La joven mujer se da cuenta de que la observo y voltea a verme. Trae una máscara blanca. Ojos negros y labios del mismo color, sin expresión alguna. La sangre que ahora veo en sus ropas y máscara da la respuesta a la causa de mi inquietud.

Una asesina...

Retrocedo un paso, estoy muy asustado. La observo nervioso. Ella muestra un filoso cuchillo que gotea sangre, ¿a quién demonios pertenecerá? Retrocedo otro paso, mi alma está asustada, sudo y mi corazón no deja de retumbarme en los oídos.

Muérete de una vez. –gruñe.

La chica avanza rápidamente hacia mi. Trato de correr pero no puedo. El pánico me inunda. Estoy paralizado.

Observa...

La mujer llega e intenta apuñalarme. Sin embargo no lo logra. Una figura encapuchada impacta contra ella salvándome y caen al suelo. Un ligero corte en mi cuello es lo único que logró hacerme. El dolor me hace reaccionar.

Miro como la figura retiene a la enmascarada sobre el suelo y escucho que le tuerce la muñeca. Los huesos tronando me proporcionan escalofríos que corren por mi cuerpo. El cuchillo de la mujer cae al suelo y ella grita de dolor y furia.

¡No tienes el derecho! ¡Te lo prohíbo! ¡Él es para él! –le advierte la figura encapuchada.

Su voz es femenina, esa persona es una mujer. La chica enmascarada tira a la encapuchada de encima suyo y sale corriendo hacia la oscuridad. Desaparece tan rápido que pareció nunca estar aquí.

La joven de la capucha se levanta del suelo y me observa manteniéndose de perfil. Retrocedo dos pasos. A pesar de la penumbra percibo una sonrisa diabólica que me eriza la piel de inmediato. Su rostro está sumergido en la oscuridad y no la puedo reconocer, solo observo ese cabello negro salir de la capucha blanca.

Tu tiempo está contado, Keith. Cuidado con la sombra. Te vigilo.

El suelo se abre bajo mis pies y caigo en un oscuro hoyo. Mis gritos suenan y mis ojos sólo pueden ver la entrada del hoyo donde está parada la encapuchada. Me hundo en la oscuridad y me pierdo. Ahora todo es negro.

[...]

Abro los ojos. Lo primero que veo es el techo de mi habitación, ¿qué demonios soñé? Observo a mi alrededor. Estoy tirado en el suelo, por lo visto me caí de la cama. Me levanto con dificultad y termino poniéndome de pie. Un ligero mareo hace que se me nuble la vista. Me sostengo en la mesita de noche y tiro algunos objetos.

Ah... Maldita sea... –me quejo.

Jadeo y quito mi mano de mis ojos. Parpadeo varias veces, mi vista está volviendo. Una vez recuperado me siento en mi cama. ¿Pero qué carajos está sucediéndome?

Observo los objetos tirados sobre el suelo. Por suerte lo único que tiré fue un libro y un vaso de plástico vacío. Recojo ambas cosas dejándolas en su lugar y me pongo a tender mi cama. Una vez que termino voy al ropero para ponerme algo de ropa deportiva, toca ir a correr.

Una alarma comienza a sonar y me asusto por estar tan concentrado. Me pongo alerta y busco el origen observando a mi alrededor. Justo debajo de mi cama encuentro mi celular, debió de caerse anoche, y es justo de él de donde proviene la alarma. Apago esta y dejo el celular sobre la mesita de noche.

Son las seis en punto de la madrugada. Elijo la ropa que utilizaré y comienzo a cambiarme. Una vez listo me dirijo al baño. Tengo que lavarme los dientes, arreglarme el pelo y hacer mis necesidades.

Antes de correr pasa a la casa de Alex y regrésale el libro, pregúntale sobre los horarios de Adam's House y fija una cita con Jace para los turnos, elige el de la noche que...

¿Qué demonios?...

Estoy viéndome en el espejo y lo que veo me ha paralizado por completo. Incrédulo me acerco más al espejo sobre el lavamanos y levanto mi cuello observando el gran tajo que tengo bajo la mandíbula. Sangre seca me rodea el cuello formando una especie de collar. ¿Cómo carajos me hice esto anoche?

Reviso la herida con cuidado, pero esta no es tan grave como creí, sólo es superficial. Suspiro aliviado, sin embargo algo aquí no cuadra, algo me incomoda. Regreso a mi habitación y reviso alrededor de la cama buscando algún posible objeto punzante.

Reviso entre las cobijas, destiendo la cama, reviso la almohada, pero nada. Hay gotas de sangre en la funda de mi almohada pero nada más. Reviso toda la habitación pero no logro encontrar nada. No hay indicios del objeto causante.

¿Qué mierda...?

Jadeo incrédulo y temeroso vuelvo al baño. Vuelvo a revisarme la herida en el espejo y decido limpiarla. Bien recuerdo que antes de dormir no tenía esta herida. Lo puedo jurar, y sé que es verdad, mi mente nunca falla.

Abro el botiquín metálico pegado a la pared al lado del espejo y saco alcohol y algodón. El proceso de curación lo haré lento y con cuidado para no reabrir la herida. Al colocarme el algodón con alcohol siento un dolor insoportable que termino por apretar la mandíbula y jadear con fuerza.

¡Dios...! –suelto.

Una vez que termino la curación ya no siento dolor, fue tanto que terminé por no sentir nada en las últimas pasadas. Tiro el último algodón utilizado sobre el lavamanos y observo la herida con detenimiento. Es fina y no tan profunda, parece más como un profundo rasguño.

Suspiro y paso saliva, ya sólo debo de esperar a que cicatrice y desaparezca... o que termine por quedarse y unirse a las demás marcas en mi cuerpo. Decido continuar con lo planeado, tengo poco tiempo. Rápidamente limpio el desastre y hago mi rutina.

Cuando salgo, me acerco al escritorio y tomo mis cosas metiéndolas en los bolsillos del pants. Sólo debo de llevar las necesarias, no quiero correr cargando con todas ellas. Salgo de mi habitación ahora hecha un desastre, al regresar acomodaré todo.

En la cocina saco mi botella con agua del refrigerador y me dirijo a la puerta de mi apartamento. Salgo de este y cierro asegurando la puerta. Tal vez, una vez que despeje mi mente, analizaré con más tiempo y cuidado lo sucedido, al igual que el sueño, sólo espero que no se me olvide para ese entonces.

INSANE DESICION ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora