Abro los ojos y suelto un profundo suspiro. El azul techo de la habitación me saluda en silencio recordándome el lugar en el que estoy. Me levanto de la cama para sentarme en la orilla y nuevamente los rechinidos ruidosos resuenan. Ya solo estoy esperando a que pase el tiempo que falta para que el grandulón venga a molestarme de nuevo.
Sí, decidí llamarle "grandulón" al tipo musculoso que me noqueó en el cementerio y que ahora es mi vigilante personal. Ya que no sé su nombre y tampoco pienso preguntárselo, creo que es factible inventarle uno si voy a verlo todo el tiempo a partir de ahora.
De reojo miro la puerta de la habitación. Es una puerta de madera oscura totalmente lisa, no hay ningún ruido proveniente del otro lado, todo está en silencio. El lugar donde ahora me encuentro es una de las casas cercanas al almacén de Pablo. Quién hubiera imaginado que bajo ese almacén hay un bunker bastante grande. Suspiro y tallo mi cara llena de cansancio.
Me levanto en medio de la oscuridad y me acerco a la única ventana que hay en esta habitación, desgraciadamente da al patio trasero. Me encuentro en el segundo piso. La casa es grande y alta, desde esta ventana puedo ver las luces de Peoria a la lejanía. Sam tal vez ya esté durmiendo.
Dejo salir un desaliento lleno de frustración. En otras circunstancias ya habría escapado desde la primera oportunidad que tuve, habría salido corriendo y desaparecido después. Sin embargo, no me conviene en nada, he hecho un trato y debo de cumplir con mi parte, si me rehúso Pablo estará detrás de mí por el resto de mi vida y jamás me dejará en paz. Solo espero que una vez que cumpla mi parte él también cumpla con la suya.
Alguien toca la puerta de la habitación con fuerza e inmediatamente la abren. Bueno, supongo que debo acostumbrarme. Me giro hacia el hombre que me espera en la entrada de la habitación. Nuestras miradas serias chocan de inmediato. Él suspira desviando la mirada.
– Pablo te está esperando en la sala, quiere que bajes ahora. –me dice.
No contesto, solo afirmo y me dirijo hacia él. Cierro la puerta antes de salir de la habitación. El grandulón me indica que avance por lo que hago lo que me pide y él me sigue a mi ritmo. Caminamos por el pasillo iluminado con dirección hacia las escaleras.
Sinceramente no sé qué está planeando Pablo con sus idas y venidas inesperadas. Aproximadamente hace cuatro horas atrás, cuando desperté de mi dura siesta gracias a la tortura, el grandulón me llevó al comedor de esta casa donde me encontré con Pablo. Al principio me confundí, pues pensaba que iba a verlo en su camioneta, pero por lo visto Pablo cambia de parecer a cada rato.
No hablamos mucho, solo cenamos y en el proceso reafirmamos el contrato de palabra entre él y yo, y como no decirlo, con todas las consecuencias explícitas en caso de incumplirlo. Después de eso, un hombre de pelo cano y de complexión delgada pero buena, vestido con un traje negro elegante, llegó y le dijo algo al oído, Pablo terminó de comer y se retiró sin más junto a él, dejándome con la cuchara en la boca llena de comida y el grandulón a mis espaldas en esta silenciosa casa.
Suspiro y comienzo a bajar las escaleras hacia el primer piso. Pero bueno, realmente los asuntos que Pablo tenga no deben de importarme, solo debo de cumplir con mi parte y listo, entre más rápido sea, mucho mejor para mí.
A mitad de las escaleras observo que la luz de la sala al fondo está encendida, inesperadamente escucho una conversación difusa. Frunzo el ceño. Es posible que Pablo esta vez no venga solo. Termino de bajar las escaleras con el grandulón pisando mis talones y camino por el pasillo con dirección hacia la sala de estar.
No sé por qué esta situación me pone alerta, por la voz sé que Pablo habla con otro hombre. ¿Y ahora qué me dirá? No lo sé, pero no puedo hacer suposiciones hasta estar presente frente a él. Mis pisadas y las del grandulón detrás de mí, resuenan sobre el suelo de madera. Justamente cuando estoy por llegar y doblar en la esquina para entrar a la sala, ellos dejan de hablar.
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INSANE DESICION ©
Mystery / ThrillerTenía miedo, mi mente estaba al borde de la locura, mi tortuoso pecado seguía precionando sobre mis hombros como una enorme piedra aplastándome. ¿Había alguna forma de que mi mente se callara por un momento? ¿Podía ser feliz en lo que me restaba de...