XXX. PESADILLA

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Le doy una mordida a la pierna de pollo cocida y rasgo. Como en silencio y sin hacer ruido, mi mirada está fija en mi plato de comida. La cabaña como siempre se mantiene en silencio, y el único sonido que se escucha es el cántico de los grillos. Sin embargo no hace falta darme la vuelta, sé que está aquí, sé que lo enviaron, después de todo es lo que hacen.

Termino de comer y con una servilleta me limpio la boca y las manos, luego la dejo sobre el plato lleno de huesos. Sonrío satisfecho, nada mejor que un pollo a la naranja hecho en casa.

¿Vas a hablar o seguirás igual de mudo? –le cuestiono.

Comes muy lento, amigo. –me contesta.

Suelto un bufido de incredulidad y niego, esto es divertido.

¿Amigo? ¡JA! Qué gracioso eres, te juro que casi logras hacerme reír.

Me levanto de la silla y me alejo del comedor dirigiéndome hacia el cómodo sofá de la sala. Me siento en él dejándome caer, la vista que obtengo es perfecta, da justo a ese sujeto.

Bueno, primeramente me gustaría saber cómo es que encontraron este lugar, "amigo". –le pregunto con una ligera sonrisa y cierto interés.

Él continúa en el mismo sitio sin moverse, junto a la entrada de la cocina, y a pesar de la máscara que trae noto su molestia, sin embargo no me importa.

Él ve todo, él dio contigo fácilmente, de él no se escapa nadie. –me contesta serio.

Sonrío abiertamente y niego burlón.

Él, él, él, él. Como que están muy obsesionados con él.

Es nuestro señor, ya deberías saberlo. Hacemos lo que él nos demande.

¿Y por eso viniste aquí? Bien, pues dime qué quiere y luego vete, no ando con ánimos de soportar a un esclavo.

Noto que él se queda callado un momento, sé que lo ofendí bastante.

Nuestro amo quiere saber, ¿por qué ayudaste a ese simple humano?

Me quedo callado. Cierro los ojos un momento y respiro. Después de un instante una sonrisa sádica se abre paso a través de mis labios y suelto unas carcajadas. ¡ESTO SÍ QUE ES DIVERTIDO! Me tapo la boca y siento lágrimas bajar por mis mejillas. ¡No puedo creerlo!

¿Qué es tan gracioso? –cuestiona el joven hombre enmascarado.

Contengo de inmediato mis risas y me tranquilizo jadeando. Luego le miro sonriente.

Lo que es gracioso es que te haya mandado aquí sólo para saber por qué ayudé a un humano.

Río levemente y suspiro.

Y bueno, como soy muy gentil y educado le daré una clara respuesta. Así que escúchame atentamente, "mi amigo"... Lo ayudé porque su alma ya tiene dueño desde hace mucho tiempo y él no tiene el derecho a matarle. Nadie lo tiene más que Jeff.

Noto la sorpresa del enmascarado, él ladea la cabeza con curiosidad.

¿Jeff el Asesino? ¿Hablas de...?

¡Sí! Y no digas más. –le interrumpo serio.

¿Por qué sólo él puede matarle? –me pregunta.

Porque ese joven hombre le debe su vida.

El enmascarado se queda callado, parece una estatua.

Es todo. Mi amo agradece la respuesta, pero también advierte que no te vuelvas a meter en sus asuntos, o sino el muerto serás tú.

Dile que no se preocupe, mientras se mantenga alejado de ese humano no me meteré. –le contesto sonriente.

El enmascarado me afirma, se da la vuelta y sale rápidamente por la ventana de la cocina sin hacer ruido. Cierro mis ojos y lo escucho alejarse a velocidad entre los matorrales del bosque, sonrío abiertamente. Es tan curioso que ese engendro tenga esclavos. Aunque me sorprende lo rápido que dio con mi paradero, no han pasado ni dos días.

Abro mis ojos y suspiro, nuevamente estoy solo, como siempre, ¿pero qué más puedo pedir si la paz es lo que siempre estoy anhelando? Al menos por ahora la puedo tener conmigo... Es difícil conseguirla.

Keith, eres un idiota descuidado. –susurro mirando al vacío.

Y sí que lo es, se metió en la boca del lobo sin darse cuenta, como un inocente ciervo. Tuvo suerte que lo viera cuando se adentró a su territorio, ese engendro lo habría despedazado en cuestión de segundos, sin embargo mi presencia le detuvo.

Río por lo bajo. Aún recuerdo cuando tuve que golpearle el rostro para que dejara de resistirse, fue tan satisfactorio, golpear a un tipo que comenzó el fin de una vida normal. Suspiro. Aunque parece una víbora, tan tranquilo y siempre queriendo escapar, adentrándose al peligro pero listo para atacar si le hacen daño, matar es su defensa, después de todo él se crió de esa manera.

Me pregunto qué habría pasado si la policía hubiera visto lo que hizo en ese callejón. Utilizó su potente veneno en su protección y se mostró como en realidad es. Las personas no pueden cambiar lo que son, sólo tratan de controlarlo.

Menuda sorpresa eres, Keith. Espero que esa arma no se vuelva en tu contra.

Suspiro. Si no hubiera sido por mi lo habrían descubierto. Aunque debo de agradecerle, las muertes de esos dos hombres trajeron muchos beneficios para esos niños hambrientos. Pobres huérfanos, espero no terminen siendo caníbales y se coman a las monjas del convento.

Sonrió abiertamente aguantando las carcajadas que quieren salir de mi garganta y me acuesto en el sofá. Soy todo un genio. Cierro mis ojos. Hoy sí que fue un día de perros y gatos, una siesta no me vendría nada mal. Estiro mi mano y apago la luz, la cabaña se queda en total oscuridad y el único ruido que oigo son los inofensivos grillos.

Oh, dulce y tenebrosa oscuridad que me acompaña día a día, permíteme descansar para luego seguir en tus vías.

Oh, dulce y tenebrosa oscuridad que me acompaña día a día, permíteme descansar para luego seguir en tus vías

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INSANE DESICION ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora