LVII. REALIDAD

33 4 2
                                    

Toso involuntariamente el polvo que entra por mi boca y carraspeo intentando sacarlo. Mi garganta arde y mi estómago duele, siento todo el cuerpo debilitado, ya solo puedo dejarme colgar por la cadena amarrada al techo. Pero lo peor de todo es que ya no siento mis manos, ni siquiera sé si siguen sangrando, es posible que tengan que amputármelas si esto continúa.

Intento con mis últimas fuerzas colocar un pie descalzo sobre el frío cemento, tengo que mantenerme de pie, no puedo dejarme doblegar por cosas tan insignificantes. Abro los ojos y la vista de mi cuerpo colgando nuevamente aparece, mi torso desnudo y lleno de moretones se mueve lentamente debido a mi profunda respiración. Logro colocar mi pie sobre el cemento e intento levantarme.

Un escalofrío surca mi espina dorsal y un terrible dolor se dispara por mi pierna. Grito a medias mordiéndome la lengua para evitar que me escuchen y no me detengo hasta estar completamente de pie. Jadeo una vez que lo logro sacando toda la presión en mi interior y miro hacia arriba, observo mis manos encadenadas, por lo visto las heridas se han cerrado, tengo rastros de sangre seca que bajan por mis brazos hasta llegar a mi torso.

Tenso la mandíbula. Esos desgraciados no dudaron en darme la peor de las palizas. Intento mover mis manos, si aún puedo moverlas hay oportunidad de que salga de esta. Inesperadamente un hormigueo cruza mis brazos hasta la punta de mis dedos y siento cómo lentamente mis manos comienzan a desentumecerse, poco a poco empiezan a moverse. Sonrío aliviado y jadeo agradecido, luego bajo la cabeza y cierro mis ojos.

Me concentro en circular sangre hasta la punta de mis dedos abriendo y cerrando los puños, el sonido de la cadena moviéndose me mantiene alerta. Siento mi cuerpo sudado y tiemblo debido al esfuerzo. Mis pantalones están rotos por la arrastrada que me dieron por todo el edificio cuando intenté escapar y luchar a pesar de tener las manos y pies atados. ¿Cuántos días llevo en esta habitación de cuatro muros grises y esa puerta de metal frente a mí? No creo que demasiado, tal vez dos días como mucho.

Respiro profundamente mientras abro los ojos y levanto la mirada. La luz que ilumina la habitación es una débil bombilla sobre mi cabeza ubicada justo al lado de la gruesa cadena. Frunzo el ceño. Me pregunto si el genio que planeó la arquitectura de este lugar pensó en que esa bombilla podía destrozarse con la gruesa cadena que me ata ambas manos... yo creo que no. Bajo la mirada al suelo y en una esquina nuevamente veo mi camisa tirada.

Después de que me arrastraron por todo el edificio y me noquearon, desperté en esta lúgubre habitación, yo ya estaba colgado de esta oxidada cadena y vestido solo con mi pantalón. Mis zapatos no sé dónde estén a decir la verdad. Suspiro y levanto la mirada, muevo la cadena de un lado para otro y la jalo para ver si puedo aprovecharme de alguna debilidad, pero es inútil, esta cadena está muy bien colocada y construida, solo me queda esperar a que alguien me libere.

Paso saliva y mi estómago hace un ligero ruido. Es verdad, no he comido desde que llegué, apenas si he dormido y estos malditos perros no han dejado de venir a golpearme cada vez que les da la gana. Sonrío incrédulo. Parece que les agrada torturarme por lo que les hice en el cementerio. Me pregunto dónde estará Pablo, no lo he visto desde que salí de su camioneta, ¿en qué tanto estará ocupado?

Cierro nuevamente los ojos y siento un nudo en la garganta. A pesar de todo lo que ha pasado, mi única preocupación es si Sam está bien ahora mismo. La dejé al cuidado de dos personas confiables, pero no sé si eso sea suficiente para protegerla de esos maniáticos asesinos. Si tan solo pudiera liberarme correría hasta estar a su lado nuevamente para protegerla y cuidarla. Sam, por favor espérame, volveré lo más pronto posible, solo espérame por favor.

Sabes que estarías con ella si tan solo me hubieras hecho caso... Te dije que me dieras el control total, ¿por qué me restringiste? Yo hubiera sacado a Unut...

INSANE DESICION ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora