XXIX. REALIDAD

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Estoy flotando. Veo el cielo azul con esponjosas nubes blancas sobre mí, mis oídos solo escuchan el murmullo del agua que me cubre. Una parte de mi cuerpo se siente fresca por el viento, y la otra cálida por la tibia agua.

Hay una extraña tranquilidad en mi interior, no hay peligro, no hay dolor, solo paz. Es como si estuviera en un trance. No me importa sinceramente, sólo sé que se siente bastante bien y que no quiero que termine. Es lo que he estado anhelando por muchos años. La paz total.

Inhalo lentamente. El aire es fresco y limpio con olor a pino, tan delicioso y agradable. Sonrío, se siente tan real todo esto, hasta el calor del sol. Es como un sueño hecho realidad.

[...]

Abro los ojos con pereza. El molesto sonido de la alarma hace que me tape con las cálidas colchas, pero es imposible ignorarlo, mi mente me dice que debo levantarme y que deje de ser un vago. Gruño perezosamente y dirijo mi mano hacia donde escucho que suena la alarma, en la mesita de noche. Al no encontrar mi celular quito las sábanas de mí y abro nuevamente los ojos. Rápidamente localizo el aparato y apago la alarma.

Suelto un profundo suspiro y estiro todo lo que mi cuerpo puede para despertarme por completo. Una vez que termino veo a mi alrededor. La habitación está justo como la recuerdo antes de dormirme y no hay nadie más que yo. Por la ventana observo que aún no ha salido el sol, vaya que es temprano, no me sorprendo pues puse la alarma a las cinco y media de la mañana. Bien, ya es hora de levantarse.

Me siento y me estiro por última vez, luego quito las sábanas y salgo de la cama. Rápidamente me alisto con todo lo que necesitaré. Sólo iré a correr un rato y regresaré para después ir a las compras. Un día como cualquier otro.

Ya cambiado, arreglado y con mis necesidades hechas, me dirijo al buró. De este tomo un reloj negro y me lo pongo, con este siempre controlo el tiempo, luego tomo una funda de brazo deportivo para celulares y me la coloco en mi brazo izquierdo. Una de las cosas que me encanta es la música cuando estoy haciendo algo, en especial ejercicio, y para ello necesito esta funda. Tomo mi celular y mis audífonos inalámbricos, luego mi chamarra, las llaves y salgo de la habitación.

En la cocina desayuno y tomo mi botella con agua fría, luego por fin salgo del apartamento poniéndole seguro. El pasillo está en silencio, sólo las luces que siempre están iluminando tenuemente el camino son las que me acompañan. Al llegar a las escaleras bajo enérgico para ir ejercitando.

[...]

Cuando llego por fin a la recepción me encuentro al señor Banner preparándose un café. Él me voltea a ver y me afirma en modo de saludo por lo que le devuelvo el gesto, de paso le dejo mis llaves y sigo caminando hasta salir por la puerta principal del edificio. No es necesario decirle a dónde voy esta vez, el señor Banner lo sabe al instante por mi estilo de ropa.

Durante todo el trayecto caliento un poco caminando rápido. El lugar al que siempre voy a correr es un cercano parque unido a las montañas frondosas, es uno de los pocos parques que están unidos al bosque. Justamente por esto es que me gusta, porque me alejo de la civilización y me aventuro un rato.

[...]

Al llegar al parque coloco mi teléfono dentro de la funda en mi brazo, conecto los audífonos y pongo la música. Me adentro un poco mientras troto. Mi mirada curiosa observa a un grupo de perros jugando en la caja de arena para los niños. Sinceramente ese lugar en específico se me hace muy sucio, pues el excremento se queda ahí, y luego los niños llegan, las pisan y las esparcen... realmente no me gusta. Si tuviera un niño no lo dejaría entrar ahí, estoy seguro.

INSANE DESICION ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora