XXXII. REALIDAD

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Suelto un bostezo mientras limpio la ventana de la sala con la húmeda franela. Haber trabajado en el turno de la noche no ha sido nada bueno, tan sólo quiero cerrar mis ojos por unas horas más pero ya no puedo, tengo que continuar con mis otros trabajitos. Cierro mis ojos por un momento y suelto un suspiro. Salí a las siete y dormí hasta las nueve, tendré que conformarme con ese tiempo de descanso por ahora.

Continúo mi tarea y cuando termino dejo el pedazo de tela sucio en la cubeta con agua, suelto un jadeo y miro la ventana. El sol choca directo contra ella calentando mi piel, sí que hace calor hoy. Por un momento pierdo mi mirada en el paisaje llamado ciudad. Lo sé y estoy seguro, no tengo que comprobarlo, justo en esta dirección queda mi antigua casa... y la casa de Jeff.

Un escalofrío recorre mi brazo izquierdo y desvió la mirada de inmediato para ver qué sucede. Me sorprendo y a la vez me quedo incrédulo, está temblando. A mi mente viene el recuerdo de esa noche en el callejón, cómo mis manos estaban llenas de sangre, con olor metálico llenando el ambiente.

No eres como él, ni como ellos... No lo eres...

Cierro mis ojos y hago mi mano puño. Sea como sea que haya sucedido, sé que no soy como Jeff ni como los demás homicidas, soy diferente a pesar de lo que hice, lo sé muy bien. Suelto un chasquido de molestia y abro mis ojos para colocarlos en aquella vista.

Jeff... ¿dónde estás...?

Después de un momento niego, tomo de inmediato la cubeta con agua sucia y salgo de la sala para ir al baño y tirar el agua. Cuando termino de limpiar lo que me falta, acomodo todo en su lugar y preparo rápidamente el desayuno. El reloj marca que pasan de las once.

Entraré a trabajar en la tarde... ya no falta mucho.

Termino de comer y lavo rápidamente lo que ensucié. Salgo de la cocina y estoy por ir a mi habitación cuando un objeto hace detenerme. Desde el pasillo observo la sala y mi mirada se centra en el objeto sobre la mesa del comedor. Suelto un suspiro por lo bajo y niego.

Sam creerá que me lo quedaré. –susurro.

Avanzo y tomo el libro rápidamente, observo la portada y luego le doy vuelta apreciando la pequeña introducción con la que viene. Bueno, al menos me sirvió un poco en mi investigación sobre Jeff, ya es algo... es bueno saber cómo puede pensar él.

Después de todo algún día tendré que enfrentarlo...

Vuelvo a ver la portada apreciándola con cautela, como si fuera algún objeto de mucho peligro. La mente criminal de Vicente Garrido. Mi mirada se dirige a la mano que sostiene el libro y me doy cuenta de que lo estoy apretando con fuerza.

Es de esperarse... él no es humano.

Suelto un suspiro relajándome y de inmediato me dirijo a la puerta del apartamento. Tengo que devolvérselo ya, lleva conmigo casi tres meses y es demasiado tiempo, ella ha de necesitarlo y yo aquí teniéndolo. Llego a la puerta y salgo al pasillo cerrando sin seguro. Camino hasta su puerta y toco tres veces.

Al instante escucho su voz, pero no sé lo que ha dicho. Bueno, supongo que vendrá a abrir. Y acierto, la escucho venir. Me preparo mentalmente y suspiro, saber que hablaré de nuevo con ella después de casi una semana sin verla me pone muy nervioso, no sé cómo actuaré siendo sincero.

Por otra parte sólo vengo para entregarle el libro, supongo que si no fuera por ello apuesto que no la vería hasta dentro de dos semanas... y no es nada raro... poco a poco debo de alejarme, es algo en lo que estoy trabajando.

Un escozor comienza a quemarme la mejilla derecha y este se esparce a mi hombro y brazo. De inmediato volteo a ver hacia las escaleras pero no hay nadie, frunzo el ceño, sentí como si me observaran desde ahí. Estoy por ir a ver cuándo la puerta frente a mí se abre y escucho una risa de Sam, de inmediato volteo a verla.

INSANE DESICION ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora