Apago la estufa para que no se queme el arroz y me limpio las manos en la franela. Salgo de la cocina y voy a abrir la puerta.
¡TOCK-TOCK-TOCK!
– ¡Qué ya voy joder! –grito molesto.
Abro la puerta y observo al causante de mi molestia. Me sorprendo y apeno, se trata de Samther. Ella me mira incrédula y a la vez con ganas de reírse.
– Que bonito temperamento, Keith.
– Eh... Fue tu culpa. –excuso nervioso.
Sam se pone a reír. Es verdad, me molesta mucho que toquen la puerta con fuerza, además, con insistencia, si ya me escucharon que voy a abrir no tienen por qué seguir insistiendo como si no me hubieran escuchado.
– Bueno, bueno, tienes razón. –acepta Sam sonriente.
Sonrío con ganas de reír. Observo el pasillo pero no hay nadie. Miro a Sam.
– Pasa.
Sam asiente, me hago a un lado dejándola pasar y luego cierro la puerta.
– ¿Y... que te trae por aquí? –cuestiono interesado.
– Voy a ir al cine y compré dos boletos.
Llegamos a la sala y Sam se sienta en el sofá. Me mantengo de pie frente a ella y me cruzo de brazos.
– Ah, pues que bien... ¿Y con quién irás?
– Pues contigo. –suelta obvia.
Me confundo al instante, ¿qué dijo?
– Eh... pero yo no...
– Mira, se supone que iba a ir con Valeria, lo planeamos días antes. Pero ella se puso enferma y sus padres no le dejaron salir. Hoy es la función y no tenía con quién ir... así que pensé en ti... Creí que te gustaría.
Miro hacia abajo y coloco una mano en mi mentón. Bien, sí que me gustaría ir con ella... ¿pero qué tal si me descubren ellas? ¿Qué harán después? Sam ya fue descubierta por tres homicidas, ¿estoy dispuesto a que los demás la descubran?, ¿qué le hagan daño y la usen para divertirse? Sería como la crema entre dos galletas. Corro riesgos, ¿pero estoy dispuesto a correrlos?
No...
– Podrías ir con otra amiga.
– ¡Keith!
La observo serio.
– Perdona pero no podré, estaré ocupado el resto del día.
Sam levanta una ceja y me mira incrédula.
– ¿Haciendo?
– Trabajando. –contesto seguro.
– Keith, sé que hoy no trabajas, es domingo.
¡Mierda...!
– Le dije a mi jefe que este domingo le ayudaría.
– Ya son las cuatro de la tarde y sigues en pijama. Vamos, Keith. Por favor, sé que es mentira.
Maldita sea, ¿en qué te has metido?
– No puedo, Sam.
Sintiéndome culpable me giro y voy a la cocina. Mi estómago ruge, Dios, que tengo mucha hambre. Llego a la estufa y la enciendo, tomo el cucharón. Comienzo a mover el arroz y este empieza nuevamente a tostarse. Nunca me he negado con Sam, sin embargo siempre hay primeras veces. La escucho venir y entrar a la cocina, se acerca a mi lado.
ESTÁS LEYENDO
INSANE DESICION ©
Mystery / ThrillerTenía miedo, mi mente estaba al borde de la locura, mi tortuoso pecado seguía precionando sobre mis hombros como una enorme piedra aplastándome. ¿Había alguna forma de que mi mente se callara por un momento? ¿Podía ser feliz en lo que me restaba de...