Un parque. Hay un solitario parque frente a mí. Es de día, el viento suave mueve las hojas de los árboles, no hay signos de edificios ni tiendas u hogares, pero sí juegos de niños. Tanto el parque como los juegos están bien cuidados por lo que no está olvidado.
Avanzo sin saber realmente hacia dónde voy, aunque creo que mi yo del sueño sí lo sabe.
Miro mi atuendo. Visto una blusa de manga corta y un pantalón flojo, ambos blancos. La tela es delgada y suave, casi se transparenta dejando ver mi piel. Mis pies están descalzos y puedo sentir el pasto fresco y verdoso. Esto se siente tan real.
Levanto la mirada y observo un gran árbol en mi camino que tapa mi campo de visión. Lo rodeo y me detengo. Que preciosa vista, hay un hermoso y pequeño claro justo delante mío. Sin embargo no estoy solo.
Parada a lo lejos, hay una chica dándome la espalda. Viste un blanco vestido de tirantes que le llega por arriba de las rodillas. El viento lo mueve como si fuera una delgada y débil cortina, es tan delgado que puedo apreciar la hermosa figura de la joven. Hojas de árboles caen a su alrededor y su pelo castaño ondea suavemente entre sus hombros.
La llamo pero ella no se da la vuelta, no puede escucharme, mi voz no está, ni siquiera oigo lo que digo, pareciera que sólo muevo los labios. Corro hacia ella, vuelvo a llamarla y nuevamente nada sale de mi boca, ni un sólo sonido.
El sol que ingresa entre las ramas altas da en su pálida y clara piel un toqué brillante, como de oro, se ve suave como la porcelana. Me paro justo detrás de ella y vuelvo a llamarla, pero nada sale de mi boca. Llevo mi mano a su hombro y la giro hacia a mí.
¿Quién eres?
[...]
– ¡DESPIERTA!
Doy un salto sobre mi cama alarmado y caigo por el borde llevándome las sábanas enredadas entre mis piernas. Por mi boca sale todo el aire retenido en mis pulmones cuando mi espalda impacta contra el duro suelo. Jadeo y me quedo tirado en el lugar, ¿qué acaba de suceder?
Escucho una risita proveniente de la puerta de mi habitación así que de inmediato volteo a ver. Y ahí está Sam, la causante de mi desgracia, la causante de despertarme de esta manera y casi matarme en el suelo. Juro que un día de estos le regresaré todas las bromas que me está haciendo.
– Keith, creo que te caíste.
Sam tiene su boca cubierta con su mano, y aunque no quiera que lo vea sé que se está riendo, esto le es divertido. Pobre de ella cuando le regrese todo lo que me hace. Suspiro y miro hacia el techo.
– Sam... –contesto cansado.
Me inclino sentándome en el lugar y observo el alboroto de las sábanas. Me llevé casi todas de la cama y está casi desnuda. Volteo a ver a Sam, ahora está con los brazos cruzados, sin embargo sigue parada en el umbral.
– Te haría muchas preguntas, pero ahora quiero saber, ¿cómo es que entraste a mi apartamento? –cuestiono adormilado.
Sam sonríe orgullosa, descruza uno de sus brazos y con burla balancea en el aire una llave sosteniéndola por el colguije cuadrado.
– A veces el señor Banner puede llegar a ser bastante inocente, ¿sabes?
Alzo ambas cejas impresionado, observo el atuendo que trae. Una camisa de tirantes color negra un poco floja, un short de mezclilla azul muy corto y desgarrado de la parte baja dejando colguijes blancos de tela. Apuesto que si se da la vuelta podré ver sus glúteos. Y unos converse blanco con negro, apenas se le notan los blancos calcetines.
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INSANE DESICION ©
Mystery / ThrillerTenía miedo, mi mente estaba al borde de la locura, mi tortuoso pecado seguía precionando sobre mis hombros como una enorme piedra aplastándome. ¿Había alguna forma de que mi mente se callara por un momento? ¿Podía ser feliz en lo que me restaba de...