Dejo la taza de café sobre la mesa de madera barnizada y mis ojos se dirigen de inmediato hacia la recepción de la cafetería. Hay pocas personas ahora. Nueve de la mañana, la hora que mi reloj de mano marca. Un silencioso suspiro se escapa de mis labios y bajo la mirada a mi taza de café, huele delicioso.
Me encuentro sentado en un rincón de la cafetería, solo como de costumbre, cosa que no me importa. La soledad es quien me ha acompañado día a día en mi vida desde hace seis años y medio, creo que ya estoy muy acostumbrado. A través de la ventana de cristal a mi izquierda observo a las tantas personas de la ciudad caminar por las aceras, los autos transitando por sus carriles y el continuo sonido de sus pitidos. Cada persona ocupada en su mundo, como yo en este momento.
– Jane. –susurro pensativo– ¿Podría ser?...
Está claro que en la carta cinco mencioné a una Jane, el nombre de una jovencita dicho por el oficial. La carta la dejé la noche anterior y durante todo el día le he dado vueltas al asunto. La Jane que me dejó la carta conoce a Jeff, la Jane que nombró el oficial resultó herida en la fiesta de ese niño, lugar donde casi maté a Jeff, ¿podría ser que fueran la misma persona?
– ¿Quién es Jane? –susurro débilmente.
Observo a una paloma gris posada sobre el semáforo. Fácilmente aquella paloma puede volar y evitar ser aplastada por algún auto. Llevo a mis labios la taza de café mientras observo con atención la paloma. Por alguna extraña razón quiero que se caiga y muera aplastada. Mis fosas nasales captan el aroma que desprende el café.
– Gracias por su visita, señorita Jane. Vuelva pronto. –oigo decir a la recepcionista.
Inmediatamente dirijo mi mirada. Hay una mujer ahí, vestida con unas zapatillas deportivas blancas, jeans azules ajustados, camisa blanca de manga larga y un chaleco de mezclilla sin mangas con la capucha puesta en su cabeza. La mujer de pelo negro trae unos lentes de sol negros. Ella le asiente a la recepcionista y se dispone a salir, toma el pomo de la puerta pero no lo gira.
Su mirada ahora está posada en mí. Arrugo el entrecejo mientras paso saliva. Esta Jane tiene la piel extrañamente pálida, casi blanca y sus labios están pintados de un rojo carmesí. Inesperadamente ella me sonríe asintiéndome en son de saludo. ¿Me conoce?
– Jane... –balbuceo sin pensar.
La mujer amplía su blanca sonrisa y me doy cuenta de que leyó mis labios. Ella de inmediato sale de la cafetería. Dejo mi taza de café sobre la mesa y me levanto. Ella sabe algo o es ella. Me apresuro a salir del local manteniendo mi mirada sobre la puerta.
– Disculpe joven, debo de en...
– No tengo tiempo. –interrumpo secamente sin mirarle.
Llego a la puerta y salgo de la cafetería. Al estar sobre la acera busco a la hermosa chica de piel pálida. Volteo a mirar a ambos lados, pero nada, personas van y vienen y ella se fue. ¿Cómo es que no la vi al entrar a la cafetería?, ¿quizá fui tan tonto y estuve tan distraído en mi mundo que la ignoré? Lo más probable es que sí.
Suspiro y decido volver dentro del local. Inesperadamente mi mirada se posa sobre el semáforo, la paloma gris no está, ya voló. Entro a la cafetería, la mujer que antes me habló me da una mirada faltante de gracia, al parecer la enfadé con lo que hice. Ignoro eso y regreso a mi lugar en aquella esquina, una mesera ya está recogiendo mi taza de café.
– Disculpe, aún me la seguiré tomando. –digo llegando a ella.
– Oh, perdone...
La chica me sonríe apenada y deja la taza nuevamente sobre la mesa.
– Si necesita algo sólo hábleme.
ESTÁS LEYENDO
INSANE DESICION ©
Mystery / ThrillerTenía miedo, mi mente estaba al borde de la locura, mi tortuoso pecado seguía precionando sobre mis hombros como una enorme piedra aplastándome. ¿Había alguna forma de que mi mente se callara por un momento? ¿Podía ser feliz en lo que me restaba de...