Al día siguiente mi hermano no va a clase porque según él ha cogido un resfriado. Yo sé que es mentira. Y él también lo sabe. Ambos sabemos que los verdaderos culpables son mis padres y su poco tacto. En la cena pasa lo siguiente:
MADRE: Álvaro.
ÁLVARO: ¿Qué?
MADRE: ¿No trabaja hoy la madre de Dani?
ÁLVARO: Sí.
PADRE: ¿Por qué no le has dicho que venga a cenar? Siempre lo hace, ¿no?
ÁLVARO: Lo hacía.
MADRE: ¿Y por qué ya no?
YO: ¡Qué buena está la ensalada, mamá!
PADRE: ¿Quieres que venga Dani? Llámalo ahora mismo. Debe de estar solo.
ÁLVARO: ¡¿Queréis dejarme en paz?! Ambos sabéis que no me hablo con Dani porque se fue con Laura. Y también sabéis que no me gusta hablar del tema. Fin de la conversación. Ya he terminado de cenar.
Y con medio plato lleno de ensalada y el filete de pavo sin tocar, desaparece escaleras arriba.
No he visto a Dani en todo el día, sin embargo siento que me falta algo. No puede ser el sandwich porque ya me lo he zampado. Y tampoco puede ser que esté enamorada porque eso no va tan rápido, ¿no? Quizás sea el tema de mi hermano y Dani y la pija esa.
Estoy tan distante hoy que ni siquiera he continuado con mi historia de amor en informática, me he dedicado a hacer el trabajo en silencio a pesar de sus constantes miradas hacia mi sitio. Ya sabía yo que esa chica traería problemas y que no duraría su relación pero nadie quiso escucharme. Hago memoria. Excepto Dani. Dani era el único que me daba la razón. Suspiro.
—Elena, te veo distante. ¿Qué te pasa?
Vicky lleva toda la mañana haciéndome la misma pregunta y yo respondiéndole lo mismo:
—Nada, de verdad. Estoy bien.
Claudia se ha venido con nosotros al recreo como le dije y parece que encaja bien con nosotras. Sé que con Carolina eso no pasaría. A veces le gusta ser el centro de atención y al rato siguiente suelta un "Qué vergüenza, no hablemos de mí". Además, tenemos que hacer grupos de cuatro para el trabajo de Ética y hemos incluido a Claudia.
—Estoy pensando... ¿Queréis veniros a mi casa a comer? Así pasamos la tarde haciendo deberes y de paso empezamos con el trabajo. ¿Qué me decís?
Otro día me hubiese encantado ir a casa de Oli, pero hoy no.
—Yo os iba a proponer lo mismo. Mis padres están de viaje y está solo mi hermano Jorge. Es mayor que nosotras pero os caerá bien. Además, creo que tengo cerca de casa una biblioteca donde podemos buscar información.
Propone Claudia tan amable como la imaginaba que sería una vez acabada la timidez.
—A mi me parecen genial las dos ideas, aunque me atrae más la casa de Claudia. No te lo tomes a mal, Oli, pero tu hermana...
El clon de Olivia, Amanda. Tiene solo ocho años y siempre quiere jugar con Vicky y conmigo cuando vamos. A mi me gusta que quiera jugar conmigo a las princesas, pero a veces es un poco plasta.
—No, tranquila Vicky —la interrumpe.— No me ofendo, sé perfectamente como es Amanda. —pone los ojos en blanco y mira a Claudia—. ¿A qué hora quedamos en tu casa?
—Veniros a comer si queréis, mi hermano hace una pasta riquísima. A la salida nos recoge.
—Por mí bien. Voy a avisar a mi madre.
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Cartas para Irene
Roman pour AdolescentsElena, a sus quince años, tiene los problemas típicos de su edad: deberes, chicos inmaduros, amigas y discusiones con su familia; y la única manera que tiene Elena para escapar de esa realidad es escribirle cartas a su hermana, Irene, que vive en el...