>> —¿Cuándo viene tu hermano? —me pregunta Andrea, mi mejor amiga.
Andrea es una chica muy simpática. Es delgada, la más delgada de nuestra clase. En eso me gustaría parecerme a ella. Mi talla es siempre la más grande de las tiendas de ropa, y eso si encuentro ropa de mi talla. No es que tenga sobrepeso sino que las tallas son pequeñas, al menos eso es lo que me dice siempre mi hermana Irene. Andrea, en cambio, es más guapa que yo con su pelo castaño de corte recto sobre los hombros. Su color de pelo es una de las cosas que más ha odiado, a pesar de que yo le dijese que es un color bonito. Siempre va diciendo que cuando sea mayor se teñirá el pelo rubio como la Barbie. Mi hermano opina que es envidia por mi pelo ya que yo soy rubia natural, pero yo siempre insisto en que no puesto que no soy tan rubia con la muñeca. Mi pelo es más bien de un color dorado oscuro. Incluso hay gente que lo confunde con castaño claro. Soy la menos rubia de mis hermanos. Mi padre es el rubio de mi familia y tiene los ojos claros, y, aunque ninguno de nosotros tres has sacado sus ojos, todos tenemos el pelo claro, al contrario del marrón chocolate de mi madre.
—No lo sé. —respondo—. Supongo que vendrá en un rato. Están esperando que venga Irene.
Andrea asiente. Mi hermana Irene va ya a la universidad y este curso ha tenido la mayoría de las clases por la tarde, es por eso que están esperándola en mi casa antes de venir.
—¿Crees que vendrá? —susurra hablando de otra persona que no es mi hermano.
Le respondo encogiéndome de hombros.
—Yo creo que sí. —me asegura mi amiga y me toma del brazo para ir donde se encuentran todas las chicas de nuestra clase.
Clara y Lidia son muy calladas y siempre van juntas. Cuando Andrea y yo pasamos por su lado, ellas nos miran con una mezcla de admiración y envidia. No estoy segura de por qué. Quizá lo que quieren es ocupar mi puesto. O el de Andrea. Andrea y yo somos las mejores amigas desde el primer día de primero de primaria. Yo tenía una caja de veintiocho lápices de colores y ella tan sólo de doce. A partir de ahí se sentó siempre a mi lado para compartirlos. Andrea dibujaba y dibuja muy bien, pero su madre siempre decía que no necesitaba tantos colores, así que yo le dejaba los míos.
—¿Estáis nerviosas? —nos pregunta Clara con una chispa de recelo.
—Un poco. —contesto yo con timidez y me muerdo el labio por dentro. Me encanta bailar para fin de curso pero me da un poco de vergüenza. Además, este es nuestro último año en el colegio y se supone que debemos hacerlo mejor que nadie. Mi hermano, Dani y los chicos de su clase están ya en primero de la ESO y algunos han quedado en venir a su antiguo colegio para saludar a los profesores y vernos bailar.
El hecho de que Dani pueda venir me pone nerviosa. Es el mejor amigo de mi hermano pero también es el chico que me gusta desde que tengo seis años. Sé que es una locura y que somos pequeños para que me guste alguien, pero no puedo evitar imaginarme siendo una pareja en algunos años. No sé realmente lo que es gustar, pero algo de eso tiene que ser, ¿no?. En las películas y las series que veo hablan de querer y de gustar pero ¿cuán es la definición realmente? Yo, cuando Dani está cerca, siento una cosa extraña en el estómago y no puedo comer nada. Es una sensación difícil de explicar, pero sé que es por él porque es con el único con el que me pasa.
Dani siempre ha sido muy bueno conmigo. Incluso ha habido ocasiones en las que se ha enfrentado a mi hermano por mí cuando Álvaro se metía conmigo o no tenía razón en nuestras discusiones. Aún así, Dani y Álvaro son como hermanos. Son totalmente inseparables. La relación de Andrea y mía no es tan buena como la de ellos, pero Andrea y yo no somos vecinas y supongo que eso es un punto a favor de Dani y Álvaro.
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Cartas para Irene
Teen FictionElena, a sus quince años, tiene los problemas típicos de su edad: deberes, chicos inmaduros, amigas y discusiones con su familia; y la única manera que tiene Elena para escapar de esa realidad es escribirle cartas a su hermana, Irene, que vive en el...