Me despierto la primera por la mañana. Desde mi habitación sólo se oye el cortacésped. Imagino que es mi padre pues es el único que sabe cómo usarlo. Sí, lo corta aunque no haga tiempo porque necesita hacer algo por ese jardín que tanto le gusta. Mi madre y él comparten afición, aunque ya no hagan nada de eso. Me incorporo y busco el despertador. Las 8:52 ¡Qué temprano! El sol se cuela entre las rendijas de la persiana de la ventana que da al lateral de la casa a pesar de que estemos en noviembre. Si no fuera por el frío, cualquiera diría que empieza de nuevo el verano. «Ojalá», pienso. La otra ventana es la que da a casa de Dani y a la que no me asomé en toda la noche por miedo a que me pase como al gato, ese que dicen que murió por curiosidad. Me pongo en pie y ando hasta la ventana esquivando los cuerpos y extremidades de mis amigas que se hallan esparcidos por el suelo. Duermen como troncos. Me siento a los pies de la cama y aparto un poco la cortina, lo suficiente para ver la casa de Dani sin que no entre mucha luz que despierte a las chicas.
Para mi sorpresa, Dani ya está despierto. No es un chico a quien le guste pasarse la mañana durmiendo, pero tampoco es de los que está entero a las nueve de la mañana ni de lejos. Está en el mismo sitio donde lo vi ayer, junto a la moto de su padre. Sin embargo esta vez no la trastea si no que la está lavando. Observo el jersey remangado en su brazo derecho que restriega una y otra vez el lateral de la moto con un estropajo con agua y jabón. Lleva un jersey liso de color gris clarito de pico y unos vaqueros oscuros que se les caen sin que Dani pueda evitarlo ya que tiene las manos ocupadas. El pantalón deja ver el filo de sus calzoncillos. Dios, está más sexy que nunca. Saltaba por la ventana y me lanzaba a él ahora mismo si no fuera porque aún no he olvidado lo de Andrea.
Andrea... Su nombre me recuerda a que Dani se supone que quedó con ella anoche. ¿Habrá quedado también hoy y por ello andará maqueando la moto? Dani se pasa el brazo por su frente para limpiarse el sudor. ¡Y parecía imposible que estuviera aún más sexy que antes! Cierro los ojos y me imagino montada en la moto tras Dani, agarrada con fuerza a su cintura, juntando mi oreja con su cuerpo hasta el punto de oír sus latidos, rozando su brazo desnudo con la yema de mis dedos... De pronto abro los ojos y me odio por no olvidar a Dani. Es tan... odioso. Suelto la cortina dejándola caer hasta que ocupa su posición original. Mi padre parece que ha acabado de cortar el césped.
—¿Espiando al vecino?
Giro mi cabeza rápidamente para buscar la voz que ha llamado mi atención: Olivia.
—Qué susto me has dado, por un momento pensé que eras mi hermano o algo así. —digo en un susurro. Si llega a ser Álvaro me mata a mí y luego a Dani. Olivia se sienta a mi lado en la cama sin dejar de sonreír con cara de "te he pillado".
—¿Tanto te gusta? —me pregunta.
—¿Qué?
—Que cuánto te gusta.
—¿Quién? ¿Dani?
—No, tonta, hablo de Andrés, el de la clase.
Olivia no puede reprimir la risa y ambas nos reímos en silencio con miedo a despertar a la pelirroja.
—No sé. En realidad no sé lo que siento, ni lo que quiero... ni si lo perdonaría.
—Yo creo que sí. —afirma rotundamente mi amiga.—¿Cómo estás tan segura?
—Chica, ¿te has visto? Ya lo hizo una vez: se enrolló con Andrea y seguiste siendo su mejor amiga y sin perder el brillo de los ojos. —hace una pausa y continúa señalando la ventana por la que hace un momento estaba yo mirando—. Ni siquiera has dejado de contemplarlo en silencio, como has hecho siempre.
En el fondo sé que tiene razón: Siempre he estado ahí cuando Danielo me ha necesitado. Estuve ahí cuando se lió con Andrea. Estuve ahí cuando se peleó con Álvaro. Incluso estuve ahí para defenderlo cuando alguna zorra le hacía la vida imposible. «Elena, no eres capaz de olvidarlo», me digo con una media sonrisa.
—Y, ¿qué crees que puedo hacer? No quiero perderlo otra vez...
Olivia primero levanta las cejas y luego se le dibuja una sonrisa en sus labios. ¿Qué es tan gracioso?
—¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? —espera un poco, supongo que a mi respuesta que no llega. Chasquea la lengua—. Me refiero a lo que estás haciendo: estás declarando por primera vez lo que sientes por él. Lo estás reconociendo en voz alta.
—Bueno, anoche...
—Anoche no dijiste que no querías perderlo. —esta vez soy yo la que levanta las cejas—. Te das cuenta, ¿eh? Además, ahora lo que te preocupa es si lo vas a perder, ya te has olvidado de por qué estás enfadada con él. Elena, sin darte cuenta lo has perdonado porque no eres capaz de evitarlo ni ignorarlo de por vida.
No sé qué decirle. Tiene toda la razón del mundo, nunca lo habría reconocido delante de nadie después de lo de Andrea. Daniel no sólo me gustaba, si no que también me gusta. Y no me imagino una vida sin él. Incluso había olvidado la discusión de ayer. Aunque pensándolo bien, sólo ha habido una persona capaz de hacerme sentir esa magia como lo hacía Dani: Hugo.
—Oli, pero también está Hugo.
—Tienes razón. —mira pensativa hacia la ventana, que ahora está cubierta por la cortina y yo la imito. Al cabo de un minuto que se me hace eterno, Olivia tiene una idea—. Yo creo que lo que estás es confusa. Te propongo algo: deja que las cosas sigan su curso, de esta forma, si dejas de pensar en Dani y de... espiarlo, —propone haciendo con las manos el gesto de las comillas mientras dice la última palabra, 'espiarlo' —entonces ve a por Hugo, si no, olvídate del rubio y ve a por tu vecino.
"Deja que las cosas sigan su curso". Parece fácil, ¿no? Sólo tengo que dejar de planear y... de pensar. De repente abren la puerta de mi habitación con brusquedad y Olivia y yo pegamos un respingo. Mi madre aparece por el umbral.
—Elena, hija, necesito tu ayuda hoy.
—Mamá, estoy con mis amigas. ¿No puede ir Álvaro?
—Es que Álvaro no está y tú eres mejor ayuda con las bodas, hija. —resoplo. Vicky se estremece en su saco de dormir. Creo que mi madre la ha despertado—. En media hora nos vamos. Date prisa que hoy voy con retraso.
Mi madre sale y cierra la puerta sonoramente. ¿Quiere que me arregle en media hora? esta mujer está zumbada de la cabeza o algo. Odio cuando se porta como una maleducada con mis amigas. No me extraña nada que Irene se haya ido, yo estoy deseando hacerlo. Le dedico una mirada de disculpa a Vicky que me mira con cara de dormida y los ojos entreabiertos apretando la mandíbula. Menos mal que mis amigas saben cómo es mi madre. Empiezo a recoger la habitación con la ayuda de Olivia.
Un momento, ¿Álvaro no está en casa un sábado a las 9:27 de la mañana? Dejo a mis amigas recogiendo las mantas y los sacos de dormir y me dirijo a subir la persiana de la ventana que está junto a mi mesita de noche. Subo la persiana y abro la ventana. Asomo la cabeza y al segundo me arrepiento por el frío que en un momento cala mis huesos. Meto de nuevo la cabeza en mi habitación y me topo con un trozo de papel en el marco de la ventana. ¿Qué es esto? Lo cojo entre mis manos y me siento en mi cama. Es una carta. Vaya manera más extraña de mandar una carta. Abro el sobre y dentro encuentro una nota.
"El hombre es tan torpe que es el único capaz de darse cuenta de lo que tuvo cuando ya lo ha perdido".
Estoy dispuesto a enamorarte durante todo el tiempo que haga falta, porque tú eres lo que quiero y yo sin ti me muero.
PD: Estate lista a las once esta noche.
D.Releo un par de veces la nota sin creérmelo. ¿Cómo ha llegado Dani hasta la ventana? Miro hacia ella y veo al culpable: un árbol cuyas ramas llegan casi hasta la ventana. Este chico está loco.
—¿Qué es eso?
Olivia se sienta a mi lado. Vacilo un poco y se la paso. Olivia es lo más cercano a la mejor amiga perfecta. De hecho, gracias a ella he descubierto lo que me pasa. Tras unos segundos leyendo la nota, abre mucho los ojos y me mira con la boca abierta.
—¿Qué pasa?
Esta vez es Vicky la que pregunta. Olivia le pasa la nota y a continuación habla con una sonrisa.
—Elena, más te vale que la boda de hoy no dure hasta las once.
Eso espero yo también.
ESTÁS LEYENDO
Cartas para Irene
Teen FictionElena, a sus quince años, tiene los problemas típicos de su edad: deberes, chicos inmaduros, amigas y discusiones con su familia; y la única manera que tiene Elena para escapar de esa realidad es escribirle cartas a su hermana, Irene, que vive en el...