Cincuenta y Uno

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—¿Tienes algo que decirnos? —me ataca Vicky cuando entro en clase a la hora del examen.

—No. —miento. No creo que hablar de Dani y nuestro encuentro en la biblioteca sea algo que deba contarles. Es verdad que han saltado las chispas, pero era de la tensión que había entre nosotros. Además, ninguno de los dos es capaz de reconocer que se quedó con ganas de más. Cuando he entrado en el instituto hace un par de minutos me he cruzado a mi vecino por el pasillo. Su mirada estaba cargada de una mezcla de prepotencia y superioridad. No piensa escuchar mi versión sobre lo de Hugo, pero tampoco quiere que arreglemos lo nuestrono hace falta que me lo diga porque yo ya sé interpretar sus miradas. La relación entre Dani y yo se basará a partir de ahora en ignorarnos más que nunca y en ser "algo" de Álvaro. Ya está. Ni más charlas, ni más discusiones ni más besos. ¡Oh!, sus besos... Al menos los de Hugo son un buen sustituto.

¿Me duele? Por supuesto que sí. Estar sin hablarle a Dani es lo que estaba evitando, y sin embargo es lo que he conseguido. Bueno, lo que hemos conseguido. Mi vecino, aunque crea que no, también ha contribuído. Yo diría que es el que más ha contribuído a nuestra situación actual.

—¿No? —insiste mi amiga devolviéndome a la realidad.

—No. —respondo yo. ¿Qué narices pasa?

—De acuerdo. —dice y se sienta en la mesa más alejada de mí cruzándose de brazos y piernas. Busco con la mirada a mi amiga Olivia que sí está sentada junto a mí.

—La gente dice que el de informática y tú os... acostásteis. —comenta mi amiga con un deje en la voz y susurrando la última palabra para evitar que nadie más se entere. ¡Cómo si no estuviera en boca de todos a estas alturas! A Olivia parece que le duele que no se lo haya contado a ellas primero. Un momento, contar ¿qué? ¡Si es mentira! No me puedo creer que el rumor haya llegado hasta ellas y se lo hayan creído.

—¿Vosotras los creéis? —pregunto yo amenazante.

Mi amiga se encoge de hombros y observa a mi otra amiga que se niega a mirar hacia nuestro lado de la clase.

—Oli, no me digas que los creéis.

—Elena, llevas unos días distante, apenas nos cuentas nada, y con lo de Hugo fuimos las últimas casi en enterarnos. Y tienes que reconocer que algo hay, de lo contrario los demás no dirían nada parecido. —hace una pausa—. Creíamos que éramos tus amigas. 

—¡Lo sois! —exclamo en forma de súplica.

—Mira, Elena, tómate las Navidades de descanso, ya hablaremos cuando volvamos. —se calla unos segundos y mira por la ventana—. Además, estas Navidades me toca irme a Sidney.

¿Mis amigas no van a venir a verme a la prisión en las vacaciones? ¿Olivia se va y Vicky no me habla? ¿Qué les pasa a todos aquí?

—Olivia, ¡lo que dice la gente es mentira! ¡Se lo ha inventado todo Andrea! —insisto, pero Olivia no contesta. No sabía que los rumores podían afectar tanto mi vida hasta que Olivia y Vicky se han enfadado conmigo. Dani tenía razón aquella tarde en el parque, echaría de menos a mis amigas si me alejara de ellas, pero no sabía que ese momento iba a llegar tan pronto.

La culpa de todo la tiene Dani, si no me hubiera dicho nada aquel día, si no hubiera sido un falso conmigo, ahora mi vida seguiría siendo como era antes.

El profesor entra en la clase acabando con los murmullos y acusaciones hacia mi persona. Esto se está convirtiendo en el argumento de una película americana, de esas en las que la chica sufre bullying y al final acaba siendo la novia del guapo de la peli. Espero que yo acabe con Hugo bien y no como estoy acabando con el resto de protagonistas de esta película de terror.

*******

Álvaro y yo llegamos a casa justo en el momento en el que está mi madre discutiendo por teléfono. Si no trabajaba hoy podía habernos recogido en lugar de dejar que perdiéramos tiempo entre autobuses.

—Lo siento, de veras, pero... —la oímos decir desde la segunda planta.

—¿Qué está haciendo? —le pregunto a mi hermano.

—Ni idea. —dice mientras saluda a Maika que se revuelca a sus pies.

Camino hasta la cocina y me asomo al horno. ¿Dónde está la comida? ¡Dios, me muero de hambre!

—No, no. No insistas, ya he tomado la decisión. —comenta.

Hay varias cosas extrañas en mi madre hoy, la primera es esa llamada telefónica tan rara. ¿Con quién habla? ¿Será capaz de dejar a mi padre por teléfono? Espero que no. Y la segunda es que está en casa, con la comida sin hacer y sin estar en la floristería. La última vez que mi madre no tenía tanto trabajo en la floristería posiblemente fue hace varios meses, antes de que Irene se fuera y ella contratara a Dimitri. Y ahora me planteo el hecho de que quizá se quedara para estar con él, y no porque tuviera tanto trabajo. Si es así, ¿por qué no está ahora allí? ¡Si está más que claro que hay algo entre ellos! Puaj, qué asco me da el griego. Juro no coger de optativa para el año que viene estudiar griego.

Subo las escaleras para ir a mi habitación a dejar la mochila. La habitación de mis padres es la del final del pasillo, justo frente a las escaleras, así que para ir a mi habitación, que está a su derecha, tengo que pasar por la puerta. Mi madre no tiene otra que verme llegar. Y en efecto, lo hace, cuando me ve vuelve a ponerse nerviosa como aquella vez que la oí hablar con Dimitri.

—Dimitri, lo siento pero ya te he dicho que estás despedido. —dice antes de colgar con los ojos fijos en mí. Lo sabía. Sabía que hablaba con Dimitri y que lo llamaba para... ¿Cómo ha dicho?

—¿Por qué has hecho eso? —pregunto.

—Es lo correcto, ¿no es lo que querías? —pregunta mi madre directamente. No sé si es que ha vuelto a ser la que era, sin el miedo a que yo la juzgue y atacándome con sus palabras, o que se ha puesto así de amenazante por haberme encarado a ella la última vez.

Mamáaaa, ¿qué vamos a comer hoy? —pregunta Álvaro desde abajo.

—¿Queréis que pidamos chino?

¿Pedir comida? ¿Desde cuándo no hacemos eso? Observo a mi madre entrecerrando los ojos. Definitivamente mi madre no ha vuelto a ser la que era, pero tampoco está amenazante conmigo y eso puede ser una buena señal.

Quizá esta película de terror no sea tan terror como parece. O quizá ésta sólo sea la calma que viene antes del huracán, o que esté en el ojo del mismo.

Cartas para IreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora