Cincuenta y Ocho

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Mientras me ducho no puedo dejar de pensar en Hugo. En Hugo y en cómo se es capaz de engañar a una persona durante tanto tiempo. ¿De verdad que de su boca sólo han salido mentiras? ¿Será verdad eso de que Irene y yo hablamos del mismo Marc Hugo? Es tan irreal que soy aún incapaz de asimilarlo.

Hagamos un repaso:

¿Quién fue el encargado de que me expulsaran de instituto? Hugo. ¿Quién estuvo de acuerdo en la expulsión? Hugo. ¿Quién le dijo a mi madre que tenía novio? Hugo. ¿Quién tiene la culpa de que me castiguen —en parte— en Navidad? Hugo. ¿Quién ha evitado que me comunique con mi hermana durante todo ese tiempo? Hugo. ¿Quién me estaba haciendo la vida imposible hasta el punto de hacer que mi expediente quede manchado, mis padres nunca me levanten el castigo y mis amigas me quiten el habla? Hugo. Hugo, Hugo y Hugo. Estoy casi segura de que fue Hugo quien empezó los rumores de los que hablaba todo el mundo en el instituto. Estoy casi segura que se lo dijo a Andrea y la zorra de mi ex amiga se lo extendió a todo el mundo. ¿Cómo, si no, iba a saber ella ese mismo día que la directora me esperaba?

Suspiro. Hace un par de días pensaba que Hugo era lo mejor que me había pasado y que no podía tener más suerte al cruzarme con alguien como él. Hace un par de días pensaba que las cosas me empezaron a ir mal por culpa de Dani y a partir del día que se me "declaró", sin darme cuenta de que en realidad mis problemas empezaron ese mismo día, solo que no en ese momento, si no cuando Hugo entró en mi vida. Y pensar que me reía de mis amigas por pensar que podían acabar con alguien como él, que me reía de mis amigas por enamorarse de alguien como él, y que me reía de mis amigas porque no podían esperar a tener clase con él para perderse en el verde de sus ojos y cegarse con su sonrisa, la misma que la de su hermano, por cierto.

Puedo decir que Hugo ha llegado a mi vida, la ha desordenado y la ha dejado peor que cuando Dani y Andrea se besaron. Apenas puedo creerme todo esto. ¿Y si es una pesadilla y cuando despierto tengo once años y estoy aún enamorada secretamente de mi vecino?

Este día no debía ni haber empezado. Lo único bueno del día es que no me guardan la expulsión —por suerte— y que hemos comido en mi restaurante favorito. De hecho me metía en la cama ahora en lugar de arreglarme para una fiesta a la que no me apetecería nada ir si no llega a ser porque es por mi hermano mayor. Por lo menos mantendré la esperanza para que él y Dani hagan las paces y el día de Álvaro sí que salga redondo. Se lo merece, después de todo.

Suspiro y vacilo antes de salir de la ducha. Salgo y me dirijo a la habitación de Irene en lugar de a la mía. Como tampoco me he comprado ningunos tacones nuevos hoy, no tengo nada que me pegue con el vestido que Hugo me regaló, que por cierto tengo que quedarme porque es tan listo que no me ha dejado el ticket con la caja. Sólo el retorcido de mi ex novio es capaz de eso. Ai por mí fuera se lo regalaba a Irene, pero no es nada de su estilo. Creo que a Irene sólo la he visto con vestido ultra pegado en contadas ocasiones como por ejemplo alguna que otra vez para ir a la discoteca con sus amigas. Además, me parece que tiene un vestido de ese estilo en color rojo en el fondo de su armario y que no se lo pone desde hace un año o más. Irene es más de ponerse monos, es una flipada de los monos de pantalón largo. Y las faldas. Las faldas largas son su debilidad.

Abro el armario de Irene de par en par y el olor a madera y a cerrado me invade. Llevo meses sin saquearle el ropero a mi hermana, creo que ya iba siendo hora. En el armario no queda mucha ropa, sólo algunos jerseys que no eran precisamente los favoritos de mi hermana, pantalones cortos, camisetas de manga larga y corta, bastante usadas, por cierto, un par de sudaderas que estaban manchadas con lejía e Irene tuvo que dejarse aquí, bastante ropa de salir y zapatos, sobre todo tacones —por suerte para mí—. Con el albornoz sirviéndome de soporte para las rodillas y con la melodía de las cuerdas de la guitarra de mi hermano como fondo, me arrodillo y comienzo a buscar algún par de tacones que pegue con mi vestido morado. ¿Por qué tuvo que ser morado? ¿Qué color de zapatos se supone que debo llevar? 

Cartas para IreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora