Espero que Dani se vaya con su moto pero sin embargo sigue ahí, a mi altura, mirando fijamente la carretera mientras yo ando.
—¿Qué haces? —le pregunto. Daniel hace cosas que no entiendo. ¿Por qué se ha vuelto tan loco? Yo quiero a mi Danielo de antes, joder.
—Conduzco por el arcén derecho para no molestar a los coches que puedan venir ya que me muevo a una velocidad muy reducida.
—Me refiero a por qué no te vas a casa si te he dicho que quería pensar.
Parece que hablo sola o con la pared o Dios sabe qué. ¿Me ha dado una explicación de autoescuela? Jesús.
—No seas boba, Elena. Ni en un millón de años te dejaría sola. Ni siquiera si me lo pidieses de rodillas.
Vale, ya está aquí mi Dani. Para que después diga que no me ha enamorado. Dios, no soy capaz ni de enfadarme. ¡Y yo que quería pensar...!
Dani es tan... irresistible. Y el beso que nos hemos dado, el primero, ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Jamás me lo hubiese imaginado así. Mis sueños no le llegan ni a la suela del zapato a ese beso.
Me toco el labio al recordarlo. Lo mejor de que te guste tu mejor amigo es saberlo todo sobre él, aunque eso mismo ya ha causado un par de peleillas entre nosotros desde el Lunes. Dios, el día de la farola fue el Lunes. Este Lunes. Qué de cosas me han pasado en una semana, mucho más que las que me han pasado en todo el verano, lo puedo asegurar. Y si es con Daniel, más me gusta. La verdad es que no puedo culpar a las chicas con las que se ha liado: yo tampoco me creo capaz de volver a vivir sin los besos de Dani. Si así son los besos, no puedo ni imaginarme...
—¿Qué piensas?
Levanto la vista y me aparto la mano del labio. «Si tú supieras, Danielito. Si tú supieras.» Dani ahora se ha bajado de la moto y la lleva andando a su lado. Supongo que ha descubierto por fin que está gastando mucha gasolina o batería o lo que sea. Tampoco estoy yo muy puesta en eso de las motos y los coches.
—Pienso en... el porqué eres tan estúpido que me haces enfada...
—Eres la primera que traigo a la piscina. —me interrumpe—. ¿De cuántas chicas crees que me he enamorado en el mismo sitio?
—¿Cómo? —me paro en seco en mitad de la acera.
—Que eres la primera que traigo aquí y que de cuántas crees que me he enamorado en el mismo sitio. —dice parándose también, para no dejarme atrás.
—Te he oído. Pero, explícate. ¿Cómo sabías que ahí no nos encontrarían?
—Lógica. Soy un chico de ciencias, ¿recuerdas? Uno de letras quizá no lo entendería. —dice lanzándome una pulla a ver si relaja el ambiente, pero yo estoy demasiado concentrada en asimilar lo que dice que ignoro totalmente la bromita sobre los de letras—. La puerta tenía el pomo en el lado derecho, así que estaba claro hacia qué lado se abriría. El resto ha ocurrido según veía.
No me lo puedo creer. ¿Tanto me gusta Dani que hago un mundo de cada cosita que me puede sentar mal? Olvidaba lo listo que es el moreno. Dani me dedica una media sonrisa de "Sí, sabía que debía habértelo dicho antes." Me acerco a él despacio y lo rodeo con mis brazos. Dani sólo puede abrazarme con un brazo ya que el otro aguanta su Vespa. ¿Alguien puede decirme por qué y cómo he sido capaz de conformarme con ser sólo su amiga?
—Lo siento. Siento compararte con tu padre. —digo enterrada en su pecho.
—No pasa nada, pequeña. Sé que cuando te vea mañana me recordarás de otra forma o de la misma por qué he sido tan capullo y por qué he estado haciendo algo de lo que él no estaría orgulloso.
Los grillos hacen del ambiente algo más romántico. Lo besaba si estuviera acostumbrada a ello, pero me temo que aún me dan corte esas cosas.
—¿Mañana sólo? Sabes que se me escaparán más veces...
—¿Hasta cuando estemos en serio?
Levanto la cabeza para mirarlo a los ojos.
—Hasta cuando estemos en serio. —afirmo en el mismo tono serio que él ha preguntado.
—¿También lo harás el día de nuestra boda?
Oh. Dios. Mío. Dios mío no. Enrojezco en menos de un segundo y vuelvo a enterrarme en el pecho de Dani. ¿Qué dice de una boda? Me desmayo. Y justo me lo dice el mismo día en el que me he propuesto huir del país cuando que me pidan matrimonio.
—I-Incluso ese día. —afirmo o casi miento entrecortadamente.
Daniel acaricia mi pelo con la mano que antes me abrazaba. Me temo que es ahora o nunca. Me pongo de puntillas y mientras con una mano me aguanto la chaqueta de Dani sobre los hombros, con la otra me agarro a su cuello para impulsarme y besarlo. Dani se sorprende y al segundo me sigue el beso. Tanto él como yo sabemos lo que significa éste beso y es que es el primero que le doy yo, y no dejo que me besen a mí. Nos separamos y Dani apoya su frente en la mía con los ojos cerrados. Aprieta los labios.
—Te... te quiero, Elena.
Mi cara entonces cambia a todos los colores del arco iris en cuestión de segundos. Incluso un escalofrío me recorre toda la espalda. Es la primera vez que me besan, y la primera que me dicen un 'te quiero' sincero. Creo que me voy a desmayar. En mis sueños no pasaba tan deprisa, creo.
—Yo... también, Danielo. —es lo único que se me ocurre decir. Porque, ¿cómo le digo a Dani que también lo quiero, casi más que a mí misma, pero que estoy empezando a sentir cosas por Hugo? Hugo. Desde antes del primer beso no me he acordado de él. ¿Significará algo? Yo sólo sé que algo tiene que haber si ahora pienso en él en lugar de besar al chico que tengo enfrente.
Deslizo mis manos por su brazo hasta llegar a sus manos y entrelazo nuestros dedos. No me había dado ni cuenta de que ahora Dani sujeta la moto con su trasero en lugar de con la mano. Está hecho todo un profesional.
Una pequeña ráfaga de aire frío hace que me estremezca aunque lleve toda esa ropa encima. Debería haber dejado que Dani me lleve a casa, de esa forma ahora estaría metida en la cama. Le doy un pequeño beso en el labio a Dani.
—¿Nos vamos?
—En realidad no quiero despedirme de ti ya, pero entonces no estaré bien despierto para cuando te vea mañana.
—¿Cuándo piensas venir por mí mañana?
Dani ríe.
—Si fuera por mí dormiría contigo.
Le atizo un puñetazo a Dani en el brazo. Ya van tres.
—¡Eh! Cada puñetazo duele más, ¿tienes un saco de boxeo en tu casa o algo?
Se frota el brazo mientras yo río. Se lo tiene merecido.
—Llévame a mi casa, imbécil. Esta noche no voy a dormir contigo.
—De pequeños lo hacíamos y no pasaba nada.
Daniel se cruza de brazos y frunce el ceño. Parece un niño pequeño. «Un niño pequeño que se ha liado con medio instituto.» Suspiro. ¿Nunca voy a olvidar ese detallito?
—De pequeños venía también Álvaro y no estábamos tú y yo solos.
Daniel resopla y se sube en la moto sin ganas. Yo también me muero de ganas de dormir con él, como en los viejos tiempos, pero no voy a ponérselo tan fácil. Me subo tras Dani y me agarro a su cintura de forma más floja que antes, aunque sigo enterrando mi cabeza detrás de su espalda con los ojos cerrados.
Mañana será un nuevo día y una nueva oportunidad para Dani.
Danielo 1 - Hugo 0
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Cartas para Irene
Novela JuvenilElena, a sus quince años, tiene los problemas típicos de su edad: deberes, chicos inmaduros, amigas y discusiones con su familia; y la única manera que tiene Elena para escapar de esa realidad es escribirle cartas a su hermana, Irene, que vive en el...