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Los días se pasan volando.

Admito que algunos días preferí pasarlos yo solo, en orden de mantener mi proyecto en secreto.

Y aunque Harry resulte un dolor de cabeza a veces, es agradable.
Es como un niño buscando un lápiz que tiene en las manos; esta viendo todo lo que ya conoce como algo nuevo, gracias a mi.

Pensé que sería un buen gesto para compensarle el mal rato que le hice pasar en la posada de Heriberta.

Rio a carcajadas al solo recordar la expresión de su rostro, tratando a toda costa de no mirarme mucho.

Pero, ¿qué podía hacer yo? Adoraba meterme con los nervios de las personas, y Harry era fácil de molestar.

Pero bueno, ahora todo se trata de ser lindo y amable.

Los dos visitamos el museo de Florencia, en donde exhiben el dedo medio de Galileo Galilei.
Le hablo sin parar de las construcciones y porque aquello esta así y no asa, y él parece encantado.
Lo hago saltar y empaparse hasta el cabello cuando la laguna inunda la ciudad por la marea.

Y nuestro tercer y ultimo día juntos, comemos pastrami con vino blanco y aceitunas mientras vemos el cielo nocturno desde el balcón de su habitación.

Ambos hemos sido como el pedacito de hogar del otro; algo que nos recuerda que a pesar de estar a miles de kilometros de casa, no estamos solos.

Y no sé por que, pero estoy bastante satisfecho con ser el pedacito de hogar de Harry.

the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora