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Como dije, al principio venir a casa pareció una buena idea.
Pero ahora, caigo en cuenta de que soy un idiota.
No puedo afrontarlo.

Corrí un poco lejos del cementerio.
No podía verlas, no todavía.

Y ni pensar en ir a casa a ver a mi madre.
Seguro para ella yo también estoy muerto.

¿Por qué volé hasta Grecia, entonces?

Tengo miedo de todo.
No puedo vivir con miedo.
Todo estaba mejor cuando estaba lejos; era mas seguro de mi mismo, mas entero.

Quisiera irme, pero si lo hago, se que me arrepentiré.
No puedo seguir evitándolo mucho más, haciendo como si no existieran.

Tengo que verlas. Tengo que verlas. Tengo que verlas.

Repito este mantra mientras arrastro los pies de vuelta hasta el pie de las colinas en donde se alza el cementerio, esta vez obligándome a pasar por la gran puerta.

Mis vans hacen zurcos por la tierra lodosa mientras me abro paso entre las hileras de lapidas.
El sonido de las gaviotas y las olas colindando con la espalda de las colinas hacen de música para los difuntos.

Entre más cerca estoy, mi garganta se siente cada vez más cerrada.
El corazón me late fuerte en el pecho mientras la brisa me revuelve el cabello fuera del rostro.

Cuando alcanzo la cima de la colina, estoy un poco sin aliento.
Cada vez es más claro el sauce que deja caer sus hojas sobre las lápidas de pálido mármol, como si les llorara.

Mis pies pronto están frente a las tumbas que yo mismo mande a hacer para ellas.
Solo lo mejor para mis niñas.

Mis ojos se llenan de lágrimas y mi boca deja salir un sollozo mientras contemplo las tumbas rodeadas de flores.

Rosas para Lottie.
Jazmines para Fizzy.
Y lilas para Daisy y Phoebe.

Mis cuatro hermosas hermanas que duermen juntas, siempre esperándome.

the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora