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TIEMPO DESPUÉS


A las dos de la tarde de un miércoles ajetreado, dos cabecitas malévolas aguardaban castigo en la oficina del director.

La escuela primaria encerraba un notorio silencio, falto del resto de cientos de alumnos corriendo y jugueteando por los alrededores. Nadie tenía que servir tiempo extra, excepto los traviesos, como lo eran el par de ojiverdes sobre los asientos de viejo cuero.


La calma fue alterada por el sonido de rápidas pisadas abriéndose paso entre corredores y pasillos de loza cara y arcos de madera cuidada. Los niños infractores se tensaron, conociendo de memoria el andar de su padre.


La puerta de la oficina se abrió en un suave pero preciso movimiento, revelando a un muy serio Harry Styles.

—Lamento la tardanza, pero como podrá comprender— se volvió a ver a sus hijos con cierto reproche— Estaba en medio de una junta de trabajo. Soy todo oídos ahora — dicho esto, tomó asiento en medio de ambos.



El director les dedicó una mirada antes de hablar. Los niños se estremecieron de anticipación.

—Realmente no se cómo lo hicieron, ni de donde sacaron la idea, pero estos dos han estado vendiéndole almuerzo a los niños de la escuela, lo cuál atenta contra la política de prohibir cualquier tipo de venta no perteneciente a la escuela.


—¿Cómo que vendiendo almuerzo? Todos desayunan en la cafetería, a menos que traigan su propio alimento— Harry inclinó la cabeza.


—Precisamente es eso. Re-venden la comida de aquí al doble del precio, no sé cuál es el método de convencimiento ni el de transacción, pero tienen su propio mini-imperio. También vendían juguetes, y según dicen, son suyos. El dinero ha sido confiscado, usted decide que se hace con él. No hay forma de saber a quienes han vendido.


Harry se volvió a ver a sus hijos con una ceja alzada.


Sabía que eran una fuerza maligna cuando se juntaban en un plan, pero nunca habían hecho algo parecido. Había querido creer que poseían algo de sensatez inculcada.

—Esto es preocupante, señor Styles. Nunca han sido problemáticos y de la nada, comienza esta ola de travesuras sin explicación alguna. No son nada del otro mundo, pero usted sabe, es desconcertante tenerlos aquí cuando hace una semana sobresalían en sus clases.


Harry suspiró.

—Si, uhm... las cosas no están muy bien en casa. Ha habido una.... una pérdida reciente y todos estamos teniendo problemas para sobrellevarlo. He tratado de darles todo el tiempo y atención para evitar cosas como esta, y al parecer no ha funcionado del todo.



El director le dedicó una mirada suave a los tres pares de ojos claros frente a él.

—Entiendo. Supongo que podré dejar pasar esta vez, tratándose de la primera ocasión en la que son reprendidos. Pero no toleraré una segunda vez, y hablo en serio— se volvió a ver a los niños—Espero que ustedes dos dediquen esa mente suya a cosas buenas, y no a aprovecharse de los demás.

the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora