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—Gracias por venir, pero no tenías que hacerlo— habló Harry apenas abrió su puerta.

La rubia detrás de esta le dio una gran sonrisa antes de abrazarle y entrar a la casa. —Lo sé, pero prefería venir yo. Creo que atraigo menos la atención de los paparazzis.

El ojiverde asintió. —Cierto. Pero justo terminaba de sobornar a los niños con chocolate caliente cuando llamaste— cierra la puerta y admira la vestimenta de la chica.

Perrie rio, colgando su abrigo en el perchero junto a la puerta. —Lo siento. Pero quería un pretexto para venir a ver tu casa. Liam me ha dicho que redecoraste.


Harry le da una mirada a su recientemente renovada casa.  Las paredes habían sido pintadas de un bonito tono de azul huevo de pato, realzando los viejos muebles oscuros y los nuevos color blanco. Distintos y discretos acentos en dorado se esparcían por la casa.

—Si bueno, cinco meses por mi cuenta me dejan algo de tiempo libre.

La ojiazul le dio una mirada triste. —Oh, cariño. ¿Aún nada de nada?

—Nada— suspira Harry con una sonrisa resignada. —Pero yo tampoco he intentado contactarle. No directamente, al menos.


Perrie entiende a lo que se refiere y comparten una mirada cómplice.

—Bueno, te vengo a entregar el sobre con las originales de las invitaciones y publicidades de tu exhibición. He hecho un trabajo vago, por lo que la curiosidad explotará sobre la galería, que decoraré como lo que sea que estés haciendo, se merece.

Harry asiente, tomando con cierta emoción el sobre café que la chica le tiende.

—Muchas gracias por ayudarme, Perrie. Y perdona por mantenerte parcialmente en la oscuridad con todo el asunto. Es sólo que debe ser así. Si todos mis amigos y conocidos supieran todo el plan, Louis se enteraría de alguna manera. Lo conozco, y conozco su suerte. Realmente no puedo arriesgarme.

La ojiazul asiente. —Entiendo. Haces bien. A fin de cuentas, todos estaremos sorprendidos con el resultado final. Él único que sabe cien por ciento que es lo que pasará, eres tú.

Harry sonríe con ganas. —Ese es el plan.

—Bueno, me voy antes de que los niños me vean.

—Oh, no-

—Liam me contó todo. Ya no confío en ellos— murmura Perrie, entrecerrando los ojos.


Los dos adultos se despiden entre risas.


Antes de que pueda cerrar la puerta, Perrie se vuelve.

—Harry, ¿por qué usas dos titulos en tus publicidades?

—Porque va enfocado a dos tipos de publico distintos— murmura misterioso.

Perrie le entrecierra los ojos con cautela. —Ya no confío en ti tampoco.



Una vez que se va, el ojiverde lucha por no hacer ruido al moverse de la puerta.


Aprovechando que sus hijos aún se encuentran ocupados viendo la televisión con sus tazas de chocolate entre las manos, abre el sobre. No puede arriesgarse a que lo vean. No aún.


Se esconde detrás de uno de los pilares de la cocina y deja que el papel barnizado resbale sobre sus palmas.

Perfecto— suspira, emocionado.

—Perfecto— suspira, emocionado

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a ver, que va pasar?

the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora