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Louis continuó caminando, ignorando las miradas que le seguían. 

Terminó en una especie de jardín con vista a la ciudad. Arbustos verdes acaparaban todo el espacio en forma de vallas o arcos majestuosos con rosas blancas creciendo alrededor, como espirales.


Gente variada se paraba en los espacios vacíos con sus bebidas entre los dedos. Algunos otros tomaban asiento en los pocos bancos disponibles sobre los caminos de grava, o sobre los limites de las tres fuentes de hermosa piedra tallada.


Llegó, sin quererlo, hasta el centro del jardín, dando vueltas alrededor de si mismo en busca de algún rostro conocido.


Harry se paraba en la puerta de salida con las manos en los bolsillos, viendo al ojiazul con una mirada difícil de descifrar. Una vez que el menor chocó su vista con él, el mundo pareció detenerse.


Zayn dejó la conversación en la que estaba, como guiado por instinto. Apenas notó lo que ocurria, comenzó a palmear el hombro de Liam con fuerza.

—Jesús, Zayn. ¿Qué ocurre?

—¡Está pasando!¡Está pasando! —  señaló al par que poco a poco se acercaba. Liam ahogó un grito.

—Oh, mi dios. ¡Está pasando! ¡Gente, está pasando! ¡Niall, Calum! ¡Todos vengan ya, ya,ya!—  siseó como pudo, intentando no llamar la atención. 


Una pequeña estampida se formó en los alrededores, pero el par de hombres no podía ser mas ignorante de ello.

Todo lo que existía en ese momento eran ellos dos. Y nadie más.


Louis se mordió el labio cuando tuvo a Harry enfrente.

El hombre se veía incluso aún más perfecto de lo que era. Parecía que esos meses separados lo habían hecho apreciar con detalle la belleza del ojiverde al que había decidido entregarle su corazón.


Para sorpresa de Harry, Louis fue quién habló primero.

—Lo siento—  y esas dos palabras encerraban más sentimiento del que parecía. Los ojos azules brillaban con noches de arrepentimiento y días de soledad. Harry podía verlo tan claro como el día. Inclinó la cabeza ligeramente a un lado, sintiendo empatía por su pequeño.  

—Siento ser tan idiota y dejar que mis emociones me manejen—  Louis parece estar a nada de llorar, pero el mayor lo conoce lo suficiente para saber que no permitirá que mil extraños lo vean hacerlo. —Siempre me había molestado que me compararan con un chiquillo cuando salíamos, ¿sabes? Pero, creo que no estaban tan errados. Si que soy uno. Uno muy impulsivo e inmaduro. 


Harry frunció el ceño. —Louis...


El aludido alzó una mano, interrumpiéndolo.  —No, lo soy. Porque tengo tanto miedo de apostar todo lo que tengo y perderlo todo. Lo cuál es estúpido, sabiendo que nunca pasaría eso, ¿verdad?— lo ve con ojos tan vulnerables, que Harry tiene que reprimir un suspiro.

En su lugar, niega suavemente. Una pequeña sonrisa en su boca. —No— susurra.

Louis asiente. —Lo sé. Pero igual fue difícil admitirmelo.

the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora